En la sombra, lejos de la luz del día, la melancolía suspira sobre la cama triste, el dolor a su lado, y la migraña en su cabeza.
Alexander Pope

Según la Organización Mundial de la Salud, más de 350 millones de personas en el mundo sufren depresión y sigue en aumento. La mayoría de nosotros no pensamos que nos pueda afectar. La sociedad sigue apartando este trastorno mental, tan común, de su reconocimiento. Pero lo cierto es que la incidencia de depresión y ansiedad se ha multiplicado durante las últimas décadas.

¿Las razones? Probablemente muchas y muy individualizadas. Y la gran mayoría asociadas a nuestro estilo de vida. Nuestra salud mental no parece ser una prioridad. Y mientras cuidamos nuestro cuerpo, el cuidado de nuestro cerebro no parece ser una prioridad.

En un estudio, llevado a cabo en 2014 por J. Twenge, se muestra como los jóvenes de estos días tienen una probabilidad del 38% mayor de desarrollar depresión que las personas de su misma edad hace treinta años.

Los síntomas más comunes de depresión, desconocidos para la mayoría, incluyen: apetito pobre, problemas de sueño, dificultades de concentración, inquietud o sentirse abrumado.

A pesar de sufrir estos síntomas, no parecemos ser más proclives a admitir que estamos deprimidos, cuando se nos pregunta directamente. Lo que sugiere que, a pesar del incremento de la incidencia de este trastorno, admitir que lo sufrimos sigue siendo tabú

La depresión o la ansiedad siguen siendo, en pleno siglo XXI, una circunstancia incomprendida, que la mayoría que lo padece, oculta. Esta resistencia sigue dificultando el abordaje de este trastorno, y haciendo que muchas personas sientan estar viviendo una vida desgraciada, en soledad.

Si es tu caso, no temas contarlo a quien te puede apoyar. De la depresión se sale con tratamiento psicológico, no desaparece con el tiempo.

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