Gandhi la definió“como la experiencia de sentir como se te seca el corazón y querer huir del mundo”. El Dalai Lama se refiere a este trastorno “como los pensamientos y emociones que alteran nuestra paz interior”. El escritor John Keats comentaba la desesperanza que provocaba en su alma: “Si estuviese bajo el agua, apenas intentaría nadar para no ahogarme”.
Cada parte de nuestra mente y cuerpo puede sentir su peso. Sabotea nuestros pensamientos y sentimientos, influencia nuestra conducta o elecciones y se traga nuestra salud física y mental.
Puede ser un serio trastorno psicológico que nos roba la felicidad, y cubre de oscuridad a quien la sufre. Nos afecta a todos, directa o indirectamente.
La depresión tiene muchas caras. Algunas personas deprimidas funcionan de una forma relativamente normal a pesar de un permanente sentimiento de infelicidad crónica. Otras están incapacitadas con continuos pensamientos negativos que convierten su cerebro en un laberinto del que es imposible escapar. Algunos descubren que actividades que les gustaba hacer o personas que querían tener cerca, ya no les resultan satisfactorias o deseables. Parecen haber perdido toda capacidad para controlar sus pensamientos o acciones.
Puede que esto les resulte familiar en parte, o totalmente. Quizás lo han sufrido en el pasado, incluso varias veces, o lo están sufriendo ahora. O tal vez tienen una sensación inexplicable que les, dificulta concentrarse, que les quita la motivación, les aburre, o produce fatiga, introduciéndoles en un incesante círculo mental de pensamientos negativos. Quizás han considerado incluso quitarse la vida.
¿Qué sentido tiene vivir?, puedes preguntarte. Nadie puede ayudarme. Nunca cambiará nada. Puede hacerte sentir tal desesperación que, como Keats, apenas intentarás nadar hacia la superficie. Tus pensamientos son reales. Cuando estás deprimido, te sientes desesperado. Pero esto no significa que tu situación lo sea.
Es lo que ocurre con la depresión. Te engaña. Te hace creer que tus pensamientos son hechos. Puede arrebatarte hasta el último ápice de esperanza. Pero la hay. Por supuesto. Puedes sentirte mejor. Puedes volver a controlar tu mente, tu humor, tu vida.
La ciencia está demostrando que tenemos antidepresivos naturales en nuestro cerebro. Son sistemas mentales (pensamientos y conductas) que construyen en lugar de destruir. Que nos permiten ayudarnos a nosotros mismos a mejorar nuestro ánimo.
Desde luego que no es sencillo que nos acostumbremos a utilizarlos. Por un lado, debido a la dificultad que entraña ponernos a hacer algo cuando estamos deprimidos. Por otro, porque nuestra cultura de lo rápido y la no consciencia, nos empuja a acordarnos de las soluciones, solo cuando los problemas aparecen. No cultivamos nuestra salud, ni la física y mucho menos la mental. Los sistemas que propone E. Goldstein en su libro Uncovering Happiness son los siguientes:
Mindfulness: Un estado mental flexible y no sesgado, en el que estamos abiertos y curiosos a lo que está presente, tenemos perspectiva, y somos conscientes de nuestras opciones.
Autocompasión: Un estado en el que comprendemos nuestro propio sufrimiento y utilizamos la atención plena, el cariño y la comprensión para hacerlo sin juzgarnos, considerándolo parte de la condición humana.
Propósito: Consiste en implicarnos activamente en vivir de acuerdo a nuestros valores, sintiendo compasión por los demás y siendo consciente de la contribución de nuestra existencia al mundo.
Juego: Un estado flexible de la mente en el que estamos implicados y presentes en alguna actividad aparentemente sin propósito, que encontramos interesante, agradable y satisfactoria.
Maestría: Sentimos un control personal y confianza y estamos implicados en aprender para mejorar en algo que nos importa de verdad.
Mediante el desarrollo de estos cinco antidepresivos naturales podremos fortalecer nuestra habilidad cerebral para actuar como nuestros propios medicamentos naturales que pueden ser tan -o incluso más- poderosos, que la medicación antidepresiva.