Es mejor descomponer la felicidad en elementos
para poder cuantificarlos y estudiarlos científicamente
Martin Seligman
Vamos a ver las cosas desde otro punto de vista. Desde siempre, el trabajo de la psicología clínica ha sido, entre otras cosas, aprender a ver las cosas de otra manera. Estamos hablando de ansiedad, depresión, y muchos otros trastornos que sufrimos las personas, y que la psicología trata en consulta.
Para ello, existe un inmenso cuerpo de investigación que, desde los entornos académicos y profesionales, se esfuerza en encontrar nuevas formas de aliviar el sufrimiento humano.
La psicología ha conseguido hace ya mucho tiempo encontrar su lugar en la sociedad, traspasando los complejos, los estigmas o los miedos. Por lo menos, en la mayoría de las ocasiones.
Es verdad que echo de menos que nuestro papel se manifieste un poco más en la toma de decisiones y en el día a día. Sabemos mucho de aliviar el sufrimiento, y estamos cada vez más empeñados en la promoción del bienestar mental.
Pero quedan muchos pasos por dar, los primeros probablemente en nuestra propia casa. Hemos de trascender de los conceptos limitantes que siguen preconizando el encorsetamiento de nuestra profesión y huir de los acercamientos pseudocientíficos que manejan como ninguno, el marketing.
Ahí está el camino. El que muchos y muchas profesionales hemos emprendido hace ya tiempo, conscientes de que nuestro papel en la sociedad puede y debe ser mucho más determinante y comprometido. Abriendo puertas a quien apueste por la rigurosidad de la ciencia y la acompañe del necesario atrevimiento y curiosidad que la caracteriza. Aunque nos equivoquemos, si somos capaces de entenderlo, algo nuevo habremos aprendido.
Sabemos ayudar a las personas. Queremos hacerlo. Este es nuestra potencia. Y yo, no voy a ser quien ponga puertas al campo. Al contrario. Saldré y me mancharé de barro. Me da que esa es la única forma que conozco de averiguar si ese es el sendero que me llevará a donde quiero ir.