Pregunta socorrida ¿a qué si?. Podríamos estar horas discutiendo acerca de ello y nunca alcanzaríamos un acuerdo aplicable a todas las situaciones o personas. La belleza es exterior o interior, depende de lo que transmita la persona o de su apariencia, de sus capacidades o de sus debilidades, y así eternamente.

He de reconocerles que es una conversación que me parece fascinante y que nos permite conocer mucho de los demás. Pero de esto no es de lo que va la propuesta de hoy.

Las experiencias subjetivas influyen en nuestra percepción de la belleza, esto parece algo evidente. Especialmente cuando recordamos a alguien que conocimos en un momento especial como puede ser el verano, bajo una luz mágica, en la playa … (¡ya sé!, ¡ustedes también han visto Grease!). A pesar de esto, los científicos no parecen ponerse de acuerdo en cual es la forma en que estas experiencias subjetivas afectan nuestra percepción.

Netta Weinstein de la Universidad of Essex, decidió examinar esta cuestión a través de la teoría de la auto-determinación (SDT), una de las propuestas claves acerca sobre la motivación humana.

La esencia de la SDT propone que las acciones de las personas son guiadas por tres necesidades esenciales:

Weinstein y su equipo proponen como la satisfacción de estas tres necesidades puede influir en la percepción de la belleza. La subjetividad de la misma, entendida desde esta teoría es algo general para las personas. Sin embargo, la belleza en su expresión menos significativa, como puede ser la foto de una modelo en una revista, no parece ser una herramienta útil para incrementar la satisfacción.

Cuando nos relacionamos con una mujer o un hombre convencionalmente atractivos, nos sentimos satisfechos. La sociedad nos enseña que debemos estar satisfechos de estar con ellos porque son guapos. Pero, con esta experiencia no estamos llenando realmente ninguna de nuestras necesidades mas profundas. Por otro lado, si te encuentras con alguien que, previamente, te ha llenado emocionalmente de una u otra forma, la experiencia es radicalmente distinta. Resulta mas sencillo ser feliz cuando nos atrae alguien o algo que posee la cualidad intrínseca de hacernos sentir bien.

Las malas noticas, sin embargo, es que la sociedad moderna parece estar matando este acercamiento a la belleza. Los cánones de belleza están sustentados en fotos, televisión u otros medios que no incluyen una interacción real. Esto provoca, cada vez más, que la belleza se esté convirtiendo en algo objetivo, medible, que debilita la influencia de los factores subjetivos. Si alguien nos llena emocional y subjetivamente pero no posee una belleza convencional, nos seguirá atrayendo, pero probablemente no de la misma forma que hace unos cientos de años en que no teníamos la noción “objetiva” de la belleza endurecida por anuncios de bebidas.

El resultado es que las personas que nos atraen subjetivamente pueden ser desplazadas por aquellas que lo hacen objetivamente, a pesar de no llenar ni de lejos nuestra vida. Conectar con nuestra “subjetividad” parece ser el camino para evitar que esto nos pueda hacer sentir desgraciados o insatisfechos con las personas que nos relacionamos.

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