Nada es más peligroso que una idea. La gente ha muerto por ellas desde que la humanidad comenzó a utilizar el lenguaje. Utilizada en las manos equivocadas, algunas ideas tiñen de sangre el mundo. No creo que haga falta poner ejemplos históricos o actuales, de cómo alguien que cree estar en posesión de la verdad, azuza a una multitud o a un ejercito para cometer las mayores atrocidades.
Pero conseguir que alguien acepte una idea no es una tarea sencilla. Aunque hay formas en las cuales es más fácil conseguirlo, como es adoctrinando desde la escuela, siempre habrá alguno que no se doblegue, afortunadamente.
En la actualidad, nos bombardean constantemente para que adoptemos las ideas que nos proponen. Internet y las redes sociales han hecho creer a muchos que pueden hacer oír sus voces por todo el mundo y conseguir adeptos. Esto es valido para los anunciantes, políticos, economistas, gurús o cualquier otro que estime su propuesta incuestionable.
Después de esta seria introducción, nos vamos a reír un poquito. Es la mejor forma de conseguir que tu mensaje llegué a los demás …. y se quede. O al menos es lo que nos muestra un reciente estudio.
Los investigadores utilizaron diferentes tipos de anuncios para conocer que clase de relación se establecía con determinadas marcas. Estudios anteriores parecían mostrar que el humor podía tener efectos contradictorios; este estudio planteaba analizar como se establecían las preferencias y éstas se asentaban en la memoria de los individuos.
La investigación manipuló separadamente dos aspectos típicos del humor, la distracción y el afecto positivo, y sus efectos en el desarrollo de asociaciones negativas o positivas con una determinada marca.
Los resultados muestran como la utilización del humor previene la aparición de resistencias a determinadas marcas, por encima de la asociación positiva de la misma. Los autores señalan que esto ocurre por el efecto de distracción que causa el humor. Esta herramienta desencadena un proceso que desactiva nuestra posible predisposición negativa y consolida una visión positiva de la marca propuesta.
En otras palabras, cuando reímos, nuestras defensas bajan. Si éramos recelosos con algún mensaje al principio, un poco de humor conseguirá que nos positivemos y lo recibamos con los brazos abiertos. La receta es fácil, ¡hagamos que nuestros clientes rían! ¿A quién no le gusta un poquito de humor en el servicio?
Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que esta investigación se refiere al sentido del humor y su utilización en los anuncios, y puede que sea no sea aplicable a otras situaciones. Pero lo que parece evidente es que si queremos conseguir que nuestra información llegue a los demás, tendremos que esforzarnos en añadir toques humorísticos a nuestro discurso. Esto permite que consigamos establecer un cierto sistema de prioridades a lo que queremos transmitir. Nuestros receptores nos lo agradecerán.
Y, desde el punto de vista de aquellos que estemos escuchando, no debemos quedarnos con la sensación de tener que estar vigilantes para no reír y bajar así nuestras defensas. El que nos hagan reír no implica necesariamente que nos estén intentando manipular. Si algo va profundamente contra nuestros principios o conocimientos es muy improbable que consiga hacernos reír. Aún más, es muy probable que consiga todo lo contrario, que nos enfademos y descartemos toda la información que nos proporcionan e, incluso, al que la proporciona.
La conclusión a la que podemos llegar es que la utilización del humor para distanciarnos de determinadas situaciones es algo común y deseable. Permite que consigamos desatascarnos y seamos capaces de ordenar nuestra cabeza. Reírnos de nosotros mismos de vez en cuando, es una excelente herramienta para entender lo individual de nuestras creencias y evitar pensar que aquello que pensamos es la verdad absoluta.