Es imposible la salud psicológica, a no ser que lo esencial de la persona sea fundamentalmente aceptado, amado y respetado por otros y por ella misma.
Abraham Maslow
O quizás debería empezar diciendo ¿qué debe ser? o ¿qué tengo derecho a esperar?, de la terapia psicológica. Para ello les propongo un adaptación de una serie de criterios que recoge Susan Krauss en Psychology Today.. Son doce características o habilidades que del psicólogo Bruce Wampold, que debe poseer el profesional de la psicología para poder asegurar una terapia con garantías a sus pacientes.
- Poseer habilidades interpersonales. Debe ser capaz de expresarse bien, ser receptivo y saber escuchar activamente, mostrando calidez y aceptación en terapia. La palabra que resume este punto es empatía.
- Inspirar confianza. El buen terapeuta debe inspirar confianza en el paciente. Wampold establece que esto se suele determinar en los primeros segundos de la relación terapéutica.
- Abierto a establecer alianzas. Uno de los mejores predictores de un buen resultado en terapia es la capacidad que tenga el profesional de hacer sentir que este es un trabajo en equipo, sin jerarquías.
- Saber explicarse. Cuando alguien viene a terapia quiere saber lo que le ocurre y porque. Un terapeuta efectivo debe ser capaz de explicárselo, sea cuál sea el paciente
- Compromiso. El terapeuta debe proponer un plan de tratamiento consistente y aceptable. Esto no quiere decir rígido. Es un plan de trabajo que podrá ir modificándose, si lo estiman adecuado, las dos partes.
- Seguridad. Es el siguiente paso a la confianza. El buen psicólogo debe hacer sentir al paciente que sabe lo que hace. Y la mejor forma de conseguirlo es haciendo que el paciente sepa por donde va su terapia en cada momento.
- Interés. Puede parecer obvio, pero esto es un camino de ida y vuelta. Y el terapeuta debe, en todo momento, ser consciente de cómo se está sintiendo su paciente con el tratamiento.
- Flexibilidad. Debe ser capaz de adaptar la terapia al paciente y no mostrar un esquema rígido que obligue al mismo a “encajar” en un determinado modelo o paquete de tratamiento.
- Optimismo. Ir a un psicólogo o psicóloga que no sea capaz de inspirar cierto grado de esperanza y optimismo sobre el tratamiento y posibilidades de mejora, no parece tener mucho sentido. No se trata de algo fuera de la realidad. Se trata de expresar el convencimiento de la capacidad de avance que tiene la persona a la que estamos ayudando.
- Sensibilidad con nuestros valores y creencias. El profesional no debe poner en cuestión nuestros valores culturales o religiosos. Si estos se entrelazan con el objeto de la terapia, hay que hacerlo saber, amablemente, al paciente. Siempre será el que deba tomar la decisión de examinarlos.
- El buen terapeuta separa sus problemas de los de sus clientes. Esto no quiere decir que no le afecten, quiere decir que los observa y es consciente de su reacción empática hacia ellos. Pero no se identifica con ellos. Esto deshabilitaría el necesario distanciamiento que exige un tratamiento psicológico.
- Actualización. El profesional de la psicología debe estar al tanto de los avances en técnicas y propuestas de tratamiento de su área de especialización. Es algo que se incluye en el necesario compromiso con la profesión e implica el reciclaje y formación en nuestra materia.
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El resultado de una terapia depende de muchos factores, pero los estudios realizados sobre la efectividad de la misma han mostrado la relevancia de estas doce cualidades en unos buenos resultados. La atención psicológica puede producirse en diferentes situaciones, desde terapia de parejas hasta evaluación de puestos de trabajo. En ocasiones, alguna de estas cualidades es difícil de conseguir, debido a la brevedad de la intervención o las circunstancias en las que se producen. Una entrevista de trabajo o una intervención en catástrofes pueden ser un ejemplo de esto, pero ser consciente de ellas puede guiarnos para saber si estamos recibiendo el mejor tratamiento.