Es fácil liderar con el miedo. Lo complicado es hacerlo con la esperanza
Michelle Obama
Una de las estrategias más antiguas. El miedo. Es una emoción que nos acompaña durante toda nuestra vida y que es enormemente fácil de manipular para someter a una personas, a varias o a todo un país. Sobran los ejemplos. Lejanos -y muy cercanos-. Basta con airear el temor «al otro distinto», para que este mecanismo automático de supervivencia se dispare y lo tengamos a nuestra disposición para moldearlo a nuestro placer.
Es simple en su ejecución y en su discurso. Capitalizamos el descontento e incluso, la miseria, y la presentamos de forma sencilla y contundente ante un público anestesiado y ávido de soluciones fáciles y tranquilizadoras.
Esta manipulación del miedo hace que caigan valores y vergüenzas que han sido labradas con un intenso trabajo durante décadas, pero que no han tenido tiempo para consolidarse. Vemos como la tolerancia, el respeto, la empatía, la compasión y otra muchas desaparecen sepultadas por un falso sentido común que siempre se arropará de «lo que está bien», «lo que debe ser», «lo natural» o «lo decente», calificativos sin contenido puesto que siempre están asociados a unos intereses determinados. Que no son otros que los que representan quienes utilizan el miedo como manipulación sin ningún tipo de vergüenza.
Así nos encontramos como los mismos que se ponen al lado de los intereses económicos de más dudosa calaña, acceden al poder, benefician a quienes especulan con dinero ajeno y facilitan que utilicen lo público en beneficio propio, se alinean ahora con los aquellos que oprimieron o ningunearon.
Esta es la estrategia del miedo, fácil de manejar y mucho menos costosa que la que utiliza la esperanza, el compromiso y la sinceridad.