Se supone que los desafíos de la vida no están para paralizarte; están para ayudarte a descubrir quién eres.
Bernice Johnson Reagon
Puede resultar muy frustrante ver cómo muchas personas incumplen las recomendaciones y medidas orientadas a la protección individual, grupal y comunitaria frente a la propagación del COVID19. Por más que nos parezca evidente a los demás, encontramos como los incumplimientos de las medidas de distancia, mascarillas o higiene, pueden llevarnos, por la inconsciencia de unos pocos, a una situación similar a la que vivimos hace unos meses.
En un artículo anterior ya intentábamos desgranar qué es lo que puede estar pasando para que no se respeten las normas. Hoy me voy a centrar en cómo podemos alentar a las personas a tomarse las medidas en serio.
Afortunadamente, la ciencia sugiere que hay muchas maneras de persuadirnos en la dirección correcta para mantener este virus bajo control, especialmente una vez que tenemos más libertad de movimiento.
Te muestro algunas formas que la ha identificado la investigación para alentarnos a proteger y a protegernos frente a este enemigo invisible. Es importante saber qué funciona.
Cuidémonos
Como especie, nosotros, los humanos, naturalmente nos preocupamos por el bienestar de los demás y, a menudo, actuamos cooperativamente en beneficio de nuestro grupo. Esto es algo que corrobora la ciencia, que muestra que nuestros primeros instintos en un desastre son actuar «prosocialmente», es decir, actuar para beneficiar el bienestar de los demás en lugar de hacer lo que nos beneficia.
Diferentes hallazgos sugieren que las personas con puntajes de prosocialidad más altos tienen más probabilidades de seguir pautas sobre higiene y distanciamiento de seguridad, así como usar mascarillas, colaborar con asociaciones o informarse sobre el virus. Apelar a esta característica que muchos tenemos puede ser algo muy relevante en una situación como la que estamos viviendo.
En un estudio, realizado en los Estados Unidos en dos momentos durante este brote viral, los investigadores probaron diferentes mensajes para ver cómo afectaba las intenciones de los participantes de cumplir con las medidas preventivas, como lavarse las manos con frecuencia, no tocarse la cara, quedarse en casa siempre que sea posible, o abastecerse de productos de limpieza.
Los resultados de estas investigaciones mostraron cómo estábamos más dispuestos a tomar precauciones si el mensaje se enfoca en la protección a otras personas. Este tipo de mensajes tuvieron suficiente consistencia, tanto al principio de la pandemia como cuando esta se había ido desarrollando. El poder de la motivación prosocial parece ser clave.
Modelado
Desafortunadamente, siempre habrá personas, que se sienten tentadas a saltarse las normas renunciar a las protecciones, especialmente cuanto más dura el período en el que estas se deben aplicar. La percepción -muchas veces equivocada-, de que esto no nos va a tocar, porque no somos personas de riesgo, multiplica esta tentación.
Quienes estudian la conducta cooperativa en grupos denominan a estos individuos: «pasajeros gratis«, ya que aprovechan el comportamiento correcto de los demás para beneficiarse ellos mismos. Si todo el mundo se queda en casa o utiliza mascarilla ¡la posibilidad de contagio que tengo es mínima!
Esto les conduce a incumplir las medidas y, lo que es mucho peor, a envenenar la acción comunitaria del resto. Ver a otras personas haciendo alarde del incumplimiento de las reglas podría hacer que se rompiese la necesaria coherencia para su implantación.
¿Cómo podemos desalentar a estos pasajeros gratuitos?
Además del efecto disuasorio -y limitado-, de las sanciones que se puedan imponer, tenemos que tener en cuenta, como nos señala la ciencia de la conducta, la influencia sutil del comportamiento de las personas que nos rodean, tanto en nuestro más entorno más cercano, como lo que recibimos a través de los medios de comunicación.
Sí estamos expuestos a personas que se adhieren a las pautas recomendadas, es más probable que lo hagamos nosotros, produciéndose así un “efecto contagio” positivo y protector.
Desafortunadamente, lo opuesto también es verdad.
Identificación
Nuestra tendencia a aceptar lo que vemos que hacen los demás también depende de nuestras identidades personales, es decir, hasta qué punto nos identificamos con la comunidad a la que pertenecemos. La polarización que, en muchos casos, ha sido fomentada con intereses políticos, hace que no se sigan las reglas simplemente porque que quien las dicta es de uno u otro color. En situaciones como las que estamos viviendo, poner en duda las medidas de protección avaladas por la evidencia científica, no debería ser en ningún caso un argumento político.
En este punto, la única estrategia posible es apelar a nuestra humanidad común y nuestros valores morales compartidos. En resumen, de lo que estamos hablando es de nuestra supervivencia, de la protección de los más débiles, del apoyo a quienes están en primera linea … como ejes de una estrategia de prevención comunitaria sin precedentes que debería trascender creencias políticas, religiosas e, incluso, nacionales. El COVID19 nos ha puesto en una situación desconocida en la que nuestra vulnerabilidad como especie parece más común de lo que ha podido ser nunca.
A pesar de que no podemos recurrir a experiencias previas y las dificultades que entraña desenmarañar la enorme cantidad de información -muchas veces contradictoria-, que emana de diversas fuentes, más o menos fiables, el cambio de comportamiento que se está desarrollando es realmente sorprendente.
Visibilidad
Nos estamos pidiendo muchos cambios. A nivel casi global. El impacto positivo que tengan en la contención de la pandemia debe ser visible. No podemos pretender que, a medio y largo plazo, las personas mantengan un nivel de compromiso sin percibir nada a cambio. Y en esto nos estamos equivocando. Especialmente por el interés que pueda existir en destacar todo lo contrario, maximizando el sesgo negativo y los incumplimientos. Algo que, inevitablemente, agudizará la sensación de indefensión y el efecto de “perdidos al río”, que nos lleva a pensar qué, hagamos lo que hagamos, nada va a cambiar. Especialmente porque hay muchísima gente que incumple las normas y que serán los culpables de que volvamos atrás … lo que nos libera de la responsabilidad ¡y la culpa!
Por esto es muy importante que hagamos visible los cambios positivos que hemos logrado gracias a nuestros cambios de comportamiento.
No nos engañemos. La realidad que estamos viviendo es compleja. Especialmente porque nos está llevando a recuperar una consciencia comunitaria que, en muchos casos, no teníamos. Por esto es, además de lo propuesto en estas lineas, muy importante una labor pedagógica que debe estar guiada por la comprensión y la compasión.