La integridad no tiene necesidad de reglas.
Albert Camus
La integridad es esta característica humana que muchas personas se atribuyen, pero pocas realmente la ostentan. Implica hacer lo correcto, pensar en las consecuencias de lo que hacemos, buscar el bien común … Es una cualidad que implica tener unos fuertes principios morales y una honestidad ejemplar.
Como hemos comentado, quienes la poseen un fuerte sentido de integridad son raras. No las vamos a encontrar alardeando de ello. La humildad y la falta de necesidad del reconocimiento público, les caracterizan. Por ello, hoy les presentamos una serie de rasgos que nos ayuden a identificarles y, eventualmente, a agradecerles, el ejercicio de esta deseable virtud.
Las personas íntegras:
Son fiables. La confianza es, de hecho, es su rasgo más común. Una vez la han ganado, lucharán por mantenerla y lo demostrarán cada vez que tengan la oportunidad de hacerlo.
Son honestas. Son personas que no tienen la necesidad de mentir, ya que nunca buscan el beneficio propio mediante la distorsión de la verdad. Al mismo tiempo, siempre hacen un uso compasivo de su ejercicio de sinceridad.
Son auténticas. Transmiten, mediante el ejercicio de su sinceridad y honestidad, un sentido de autenticidad que es otra de las características que les definen indefectiblemente.
Ayudan. Siempre que tienen la oportunidad estarán ayudando a quienes pueden necesitarlo. Disfrutan haciéndolo. Es algo que les resulta natural. No conciben que pueda ser de otra forma.
No alardean. Y esto ocurre porque no son conscientes de su propia valía. Por mucho que hagan cosas buenas, es algo consustancial a su carácter. No necesitan contarlo.
Se disculpan. En caso de cometer algún error o perjudicar a alguien, son las primeras en asumirlo y disculparse. Lo admiten e intentan, en la medida de lo posible, enmendar el posible daño ocasionado.
Confían en las demás personas. En caso de que les mientan, no volverán a cometer el error de volver a confiar en quien lo hace. Su confianza se gana fácilmente. Y se pierde a la primera traición.
Son consideradas. Si pareces necesitar ánimo, las personas íntegras tratarán de iluminar tu día. Intentarán que tus malos momentos lo sean menos o duren poco, si esta en su mano conseguirlo.
Son conscientes cuando algo molesta a otras personas. Tienen una gran empatía, lo que les posibilita darse cuenta cuando alguien está incómodo o molesto.
Dan a los demás el beneficio de la duda. Tienden a pensar que los demás también son íntegros. Pero, no nos equivoquemos, se darán cuenta rápidamente si no es así. Y no volverán a confiar.
No discuten sobre tonterías. Son capaces de manifestar su desacuerdo, de forma civilizada. O no hacerlo, si piensan que no va a aportar nada. El ego no casa con ellas.
No se aprovechan de los demás. Pueden conocer las debilidades de las otras personas, pero nunca las utilizarán en su contra. Al contrario, tratarán de ayudarlas en lo posible a superarlas.
Reconocen a quien lo merece. La integridad personal no asumen el crédito por aquello que no han hecho. Al contrario, son los primeros en celebrar los triunfos de los demás, animándoles y promocionándoles.
Valoran el tiempo de los demás. Para estas personas el tiempo de los demás es tan importante como el suyo. Entienden que todos tenemos derecho a que así sea.
Son genuinas. Lo demuestran con sus acciones. No necesitan contarlo para que lo apreciemos. De hecho, esta misma característica les define como tal.
Éstas, y otras muchas, definen la verdadera integridad personal. Como vemos, no es una cualidad que sea sencilla de tener . Aunque sean muchas personas las que intenten atribuírsela, es este mismo intento el que nos hará ver que no lo son. Una persona íntegra, nunca lo hará.
Haces que me sienta orgulloso de estar loco
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