No existe la Navidad ideal, solo la que usted decida crear como reflejo de sus valores, deseos, personas queridas y tradiciones.
Bill McKibben
Se acercan los tiempos de encuentros y reencuentros. La navidad es la fecha por excelencia de los mismos. Tanto las reuniones de empresa, de amigos, como las propias de las festividades navideñas, son momentos de recuerdos, de diversión y … de problemas.
En estas ocasiones grupales se unen muchas emociones que, regadas por el alcohol, suelen derivar en circunstancias cuando menos incómodas. Sean compañeros de trabajo que deciden manifestar lo que piensan de sus iguales, o de sus superiores, o familiares que solamente vemos en estas fechas, los encuentros navideños pueden ser un auténtico calvario para muchas personas.
El primer consejo para afrontar estas situaciones no puede ser otro que la consciencia. Saber como nos sentimos, con quien vamos a estar, y repasar todo aquello que nos une y nos separa. Es importante dejar aflorar lo que nos puede estar incomodando o molestando en un ámbito individual o íntimo. Contarle a alguien de confianza lo que nos hace sentir el tener que compartir mesa con personas que no son santo de nuestra devoción. Digamos que sería una primera descompresión, para poder identificar una posible salida de tono o evitar interacciones conflictivas en estas reuniones.
Nuestra segunda recomendación es todavía más lógica: La moderación. O incluso la evitación del consumo de alcohol u otras sustancias, que pueden hacer caer las barreras emocionales y provocar que nos podamos arrepentir después de ello. Se que no es sencillo, pero puede llegar a solucionar gran parte del estrés navideño.
La tercera -y última-, es quizás la más complicada: La tolerancia. Es el mínimo requisito para una navidad en compañía. Si la practicamos estaremos contribuyendo, además, a salir de la ecuación de los problemas navideños, para incorporarnos al grupo de las soluciones. Quienes se preocupan de lo que podemos pensar, decir o hacer, dejarán de tener que hacerlo.
Es una buena época para ejercer nuestra compasión, entrenar el perdón, evitar los juicios y olvidarnos de nuestro ego.