¿VIVES EN LA CIUDAD?

Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano.

Pablo Neruda

Resulta curioso como los seres humanos nos empeñamos en complicarnos la vida. De verdad. Salimos del campo donde la vida era idílica y nos vamos a la ciudad donde todo es stress. ¿Somos masoquistas? Es probable. O eso al menos es lo que nos dirán los defensores de la vida “sencilla”. Pero esto no es tan fácil.

Seguro que quien nos lee desde un pueblo y su sustento depende de lo que producen sus campos y sus animales, verán estas campañas con mucho escepticismo.

La vida en la ciudad es estresante. Pues la vida en el campo también puede serlo, y mucho. Es cierto que con menos ruido, con paisajes más bonitos y con más contacto humano, pero se depende de la tierra, de los vaivenes de la meteorología o de las especulaciones de los intermediarios que compran tus productos.

Hace unos días tuve la oportunidad de visitar MercaTenerife, invitado por su dirección. Fue un rato muy agradable. A pesar de sentirme como un auténtico extraño entre un montón de gente que se levanta cuando muchos de nosotros nos acostamos, para conseguir que, a primera hora de la mañana, tengamos sus productos disponibles en cualquier lugar de nuestra geografía. Preguntémosles  a ellos por su estrés o por su sueño.

La vida en la ciudad depende de nosotros, de las personas. Es verdad que el tráfico, los ruidos y montón de otros factores pueden conseguir que se convierta en algo insoportable. Pero, aún así, depende de la gente que vive en ella y de cómo decida establecer las relaciones con aquellos que le rodean.

En un reciente artículo publicado en Wired se recogen diferentes estudios realizados sobre el efecto que tiene la vida en la ciudad en nuestro cerebro y en nuestra salud mental. El gentío, el ruido y la presión de la vida en la ciudad, pueden provocar que nuestro cerebro llegue al límite.

En comparación con las personas que viven en el campo, los “ciudadanos” tienen mayores nivel de ansiedad y de trastornos del humor. El riesgo de esquizofrenia casi dobla el de los “pueblerinos”. La literatura científica es tan abrumadora, que los investigadores se resisten a decir que se deba exclusivamente a la correlación, o que la gente ansiosa prefiera vivir en las ciudades. Es una relación causa-efecto entre el ambiente y nuestro cerebro.

CartelCiudades

Lo que provoca esto es algo desconocido, pero los investigadores especulan con la responsabilidad parcial de los ambientes sociales. Después de todo, las ciudades son lugares hipersocializados, en los cuales los residentes deben estar constantemente en guardia y tienen más oportunidades matemáticas de experimentar situaciones estresantes.

Añadido a esto, la vida en las ciudades, a pesar de estar rodeados por muchas personas, nos hace sentir en soledad. Se produce un curioso fenómeno de aislamiento, quizás para protegernos de la tensión diaria, que provoca que no nos sintamos parte de una comunidad, de un grupo. En la ciudad esperamos que las soluciones vengan de fuera. Pagamos para ello, es lo que pensamos.

Aunque, evidentemente, debemos reclamar los servicios por los que pagamos, esto no debe significar que “externalicemos” nuestra responsabilidad o participación en la vida que se desarrolla a nuestro alrededor.

Esto es lo que ocurrió en un conocido suceso, que tuvo lugar el 13 de marzo de 1964 en Nueva York. Kitty Genovese, una neoyorkina apuñalada hasta la muerte cerca de su casa en el condado de Queens. Las circunstancias de su muerte y la aparente reacción (o más bien la falta de ella) de sus vecinos provocaron la investigación psicológica del fenómeno que sería conocido como Efecto Espectador o «síndrome Genovese».

Nos olvidamos de nuestra esencia humana, que tiende a proteger a nuestros congéneres y nos separamos emocionalmente de lo que ocurre a nuestro alrededor. Quizás habría que mirar, en primer lugar, cuando hablamos de la infelicidad que nos produce la vida en la ciudad, ¿cuál es nuestra relación con las personas que viven en ella?

El próximo día 22 de mayo de 2013, a partir de las 19.30, les espero en el Salón de Actos de la MAC en Santa Cruz de Tenerife. Hablaremos de personas, de ciudades.

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Comentarios

3 respuestas

  1. Leocadio, eso es lo que algunos científicos, y yo, como médico, denominamos «involución emocional del ser humano». Existen estudios y planteamientos muy interesantes al respecto.
    Una teoría del profesor Gerald Crabtree, Director del Laboratorio de Genética de la Universidad de Stanford en California, que ha visto recientemente la luz en abril pasado, profundiza en este tema y sería interesante que lo leyeras. Lo encuentras en la revista Tendencias Genéticas. Desde luego, que habla en sí de lo que tu planteas, pero tiene una relación directa y proporcional a ello.
    Puedes leer también al escritor Sánchez Dragó, un ávido defensor de la «Teoría del Involucionismo».
    En fin, me parece interesante el tema de tu conferencia. Lamentablemente, al vivir en Madrid, no podré estar presente. No obstante, deseo que tengas mucho éxito.
    Un cordial saludo
    Verónica Gutiérrez Portillo.

    1. Gracias Verónica por tu aportación.
      Observar la vida diaria en la ciudad como un proceso involutivo es, como mínimo, inquietante. Pero lo cierto es que cuando más profundizas en los efectos psicológicos adversos de la vida urbana, más me doy cuenta de la necesidad de recuperar valores que nos han hecho evolucionar.
      No es sencillo, pero entiendo que esta situación que vivimos nos está acercando e igualando un poco a todos y quizás sea una de las cosas positivas a extraer de ella.
      Colgaré la presentación en en blog y espero que te guste. A ver si podemos grabarla también.
      Gracias por tus comentarios y tu seguimiento.
      Significa mucho para mí.
      Saludos desde Tenerife

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