En las épocas como las que nos toca vivir, es normal que estemos preocupados en que se gasta el dinero público ¡y el nuestro!. Cuando se reduce el tamaño del pastel, queremos saber si los trozos que hay que repartir se están dando a quien realmente lo merece. Pero ¿cómo determinamos eso? ¿Quién lo merece más que otro?¿Puede una recesión como la actual hacernos ver a determinadas personas como inmerecedoras de ayuda, e influenciar la ayuda que reciben más allá de lo que deberíamos esperar?
Una reciente investigación llevada a cabo por psicólogos de la Universidad de Texas sugiere que la respuesta es afirmativo. En dos experimentos con sujetos blancos; unos recibieron frases e imágenes de penuria económica y otros de prosperidad. A continuación se les mostró caras de personas de tez y pelo moreno. Los investigadores hallaron que los primeros (los de la penuria económica), tendían a clasificar como “blancos” a un grupo mucho menor que los que recibieron mensajes de prosperidad.
Los resultados sugieren que en una situación como la actual, estamos menos inclinados a percibir a alguien como parte de nuestro grupo. En Estados Unidos, durante la época de crecimiento económico, el americano medio percibía a un 64% de sus compatriotas como parte de su grupo, personas trabajadoras que merecen la ayuda del gobierno si la necesitan. Cuando la situación económica se ha complicado, este porcentaje se ha reducido al 53%. Dicho de otra forma, el 47% no merecen realmente la ayuda que proviene de nuestros impuestos.
Debido a nuestra evolución tribal, tenemos la tendencia a proteger nuestros grupos. Y si percibimos que el nuestro es pequeño, significará que seremos menos propensos a apoyar la ayuda a un grupo mas amplio de personas. Esto puede explicar en parte porque la austeridad se convierte en algo tan popular cuando la economía va mal. No solo queremos que los fondos públicos sean distribuidos a aquellos que percibimos fuera de nuestro grupo, sino que sentimos que los que están fuera de él son muchos más.