La vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada.
José Ortega Y Gasset
Preguntado así, cualquiera de nosotros se quedará dudando. Pero seguro que, tras unos titubeos, saldrán aquellas cosas que son importantes, que nos motivan, que nos emocionan.
Esto es lo que le propuso Patricia Boyle, neuropsicóloga y experta en Alzheimer, a un grupo de residentes en centros de la tercera edad. Boyle define el propósito en la vida como “la tendencia psicológica a entresacar el significado de las experiencias vitales y la posesión de un sentido de intencionalidad que conduce nuestra conducta”
En su investigación descubre que tener un propósito en la vida, sentirla con significado, estaba asociado a muchas otras consecuencias positivas: una mejor salud mental, menos depresión, felicidad, satisfacción, crecimiento personal, autoaceptación, mejor sueño o longevidad, entre otras muchas.
El estudio realizado por esta experta en Alzheimer durante siete años, también descubre que, de los participantes que desarrollaron esta enfermedad (155 de 951), aquellos que puntuaron alto en “propósito en la vida”, mostraban un menor deterioro cognitivo por la misma. Parecía como si tuviesen una reserva cerebral, que les permitía afrontarla mejor.
Una vez más la ciencia nos muestra la importancia de cuidar nuestra salud mental. Más allá de intentar no estar enfermos, se trata de procurar que nuestra vida tenga significado para nosotros mismos. La relación que esto parece tener con como nos sentimos y, todavía más, con como nos sentiremos en el futuro, resulta cada vez más evidente.
Estar enfocados en lo que hacemos diariamente, es algo muy importante. Lo hemos comentado en multitud de ocasiones. Pero tener un sentido general de hacia donde vamos y que es lo que mueve nuestras vidas, resulta esencial para sentir cada momento de la misma.