Aquellos que tienen un ‘por qué’ para vivir, pueden soportar casi cualquier ‘cómo’
Viktor Frankl
La procrastinación es un fenómeno que todos, en mayor o menor medida, padecemos. Posponemos desde pequeñas tareas cotidianas hasta grandes proyectos que debemos acometer en tiempo para que éste -el tiempo-, no se nos venga encima.
Pero no lo hacemos. Nos distraemos viendo la televisión, pasando pantallas de nuestro móvil o haciendo tareas que nos distraen de otras que deberíamos estar llevando a cabo. Este hábito, además de mermar progresivamente nuestra productividad, consigue que aumente nuestra ansiedad, pudiéndonos llevar a un trastorno de ansiedad generalizado o un proceso depresivo.
Si, por otro lado, padeces ansiedad o depresión, la procrastinación es una vieja conocida para ti que te recuerda, continuamente, todo lo que no has hecho, alimentando tu autodiálogo negativo y hundiéndote todavía más en tu trastorno.
Pero ¿se puede salir del círculo vicioso que esta costumbre nos provoca. Pues si. Pero no va a ser sencillo conseguirlo y estabilizarlo.
Es pertinente que señalemos, llegados a este punto, que si nos encontramos padeciendo un trastorno de ansiedad o depresión, nuestra propuesta deber estar integrada en el tratamiento de la misma. Estos consejos están orientados a personas que sientan que la procrastinación está condicionando su vida y que les gustaría ir desterrándola poco a poco. No sustituyen nunca a una terapia psicológica.
Lo que te proponemos está orientado a mejorar nuestra autodisciplina. Una habilidad que cualquiera puede desarrollar. Pero requerirá práctica, paciencia y amabilidad contigo mismo. Éstas son algunas formas en las que podrías comenzar.
Sé consciente.
Todos los días tomas decisiones sobre cómo vives: qué comer, cuándo ir a la cama o si debes responder a ese mensaje de texto pasivo-agresivo. Tus opciones condicionarán tu jornada e incluso más tiempo. Podemos ceder a las tentaciones o no.
Puedes elaborarte un menú saludable e ir al supermercado con una lista cerrada, irte a la cama a una hora regular o obsequiar a quien intenta provocarte con el regalo de tu silencio.
¿Lo intentamos?
El objetivo es ser consciente de como te sientes al hacerlo y recobrar el control sobre diferentes aspectos de tu vida.
Propósito
Cuando encuentras tu propósito, resistir a las tentaciones resulta menos complicados. Tener objetivos personales que trasciendan las situaciones particulares que puedan comprometer tus hábitos saludables, lo hace más sencillo. Cuando te comprometes con tareas definidas por la gratitud, la generosidad, el aprendizaje, … los momentos complicados se abordan de una forma más adaptativa y autocompasiva. Esto nos ayuda a mantener la autodisciplina incluso bajo presión.
Plan.
Si no sabemos adónde vamos, es mucho más fácil que nos desviemos. Tener un plan construido con pequeños pasos accesibles es esencial para que esto no ocurra. No intentes hacer todo en una semana, ya que esto puede llevarte a sentirte abrumado e incluso podría hacer que abandones tu plan. Pueden ser diarios o semanales, siempre con la flexibilidad necesaria que te pueda permitir modificar o mejorar tu plan.
Ya sea que desee aumentar los buenos hábitos y reducir los malos hábitos o aprender una nueva habilidad, crear un plan claro lo ayudará a lograr el éxito.
Empieza pequeño. Ahora que tienes un plan, da un paso.
Elimina las tentaciones.
Eliminar las tentaciones puede afectar significativamente la probabilidad de que alcance un resultado exitoso. En psicología, existe una teoría llamada «agotamiento del ego», que sugiere que la fuerza de voluntad es un recurso limitado, y solo tenemos una «reserva» finita de recursos mentales para resistir las tentaciones.
Gestiona bien como lo haces y no pretendas conseguirlo todo de golpe. Si, desde cero, consigues levantarte temprano, desayunar saludablemente, meditar, caminar … resistiendo todas las tentaciones que podían llevarte hacia otro camino, celébralo. A partir de este momento, lo que debes conseguir es consolidarlo para recuperar tu «reserva del ego» y poder acometer nuevas tareas y resistir tentaciones.
En resumen, no te vengas arriba y mueras de éxito el primer día que consigues resistir todas las tentaciones, y te quedes agotado para el día siguiente.
Bloqueo de tiempo.
La técnica Pomodoro, para la gestión del tiempo, propone dividir nuestro tiempo de trabajo de esta manera: trabaja sin interrupciones durante 25 minutos y luego toma un descanso de 5 minutos -esto es un Pomodoro-. Después de cuatro Pomodoros, podemos tomar un descanso más largo de 20 minutos.
Esta técnica funciona porque desarrollamos sesiones lo suficientemente largas pero no abrumadoras.
La procrastinación puede atraparnos en cualquier momento de nuestras vidas y engancharnos. Tener la capacidad de darnos cuenta a tiempo y seguir estos consejos que te sugiero, puede conseguir que nos deshagamos fácilmente de ella y recuperemos el tiempo que nos quita.