La importancia de la salud mental en la práctica deportiva
No, esto no es nuevo. Que los atletas, profesionales del deporte o deportistas en general, puedan padecer trastornos psicológicos. Y que esto les provoque enormes dificultades para desarrollar su profesión o incluso para poder sobrellevar el día a día, es algo común.
Deportistas de alto nivel más o menos visibles, han ido contando sus diagnósticos de ansiedad, depresión u otros trastornos ya desde hace unos años. En el fútbol, con Andrés Iniesta o Lionel Messi, hace relativamente poco tiempo, lo hemos escuchado. En otros deportes como el baloncesto o ciclismo, también tenemos ejemplos -algunos de ellos, trágicos-, de la importancia de valorar la salud mental tanto como la física.
Tampoco el olimpismo es ajeno a estas situaciones. Solo recordar al nadador más laureado de la historia, Michael Phelps, lidiando con su depresión y saliendo adelante con ayuda profesional y con una enorme generosidad al compartirlo con el público.
Vamos a ser sinceros. Esto siempre ha estado ahí. No es algo que tenga que ver con los tiempos o las circunstancias actuales. Son muchos y muchas deportistas que han salido de la competición, por problemas de salud mental. De algunos nos hemos enterado por casualidad o por morbosidad, como aquellos que han caído en el uso y abuso de sustancias. Otros se han difuminado entre eufemismos o supuestas enfermedades físicas que no conseguían superar.
Suponer que ser deportista de élite te exime de padecer problemas mentales es, cuando menos, ingenuo. Y muy poco compasivo desde quienes disfrutamos con sus hazañas o gestas deportivas.
El caso más reciente de la gimnasta norteamericana Simon Bales o de la tenista Naomi Osaka traen de nuevo a la palestra la importancia de cuidar la salud mental para cualquier persona. Y los deportistas de elite lo son ¿o no?.
En cuanto al caso de la tenista y su abandono de Roland Garrós o su negativa -con multa incluida-, a comparecer ante los medios de comunicación por “timidez” o “miedo”, nos vuelva a hacer ver la minimización de su trastorno depresivo, que se ve como algo que “tiene que superar” o “sobreponer”. Un manifiesto desconocimiento de la salud mental y de lo que es una depresión o un trastorno de pánico. Algo que el periodismo deportivo no ha integrado su relato y que, en muchos casos, termina siendo parte del problema.
El caso más reciente de la gimnasta deportiva, lo que nos debe sorprender no es que se retirase por ansiedad. Lo que es algo increíble es cómo, tras una historia de abusos, ha conseguido seguir entrenando y llegar a ir a unos Juegos Olímpicos. Y me temo que su caso es uno de entre un montón de niñas y niños rotos por un sistema deportivo profesional repleto de diferentes niveles de abuso que, además, se agravan en el caso de las mujeres deportistas -recordemos el caso de las voleybolistas noruegas y su sanción por ponerse unas mallas en lugar de unas braguitas para competir-. Por cierto, también la tenista Osaka fue sancionada por no compareces antes los medios. Para qué lo veamos en contexto, sería como si la hubiesen sancionado por qué hubiese tenido una recaída en un proceso cancerígeno.
La integración total de la psicología deportiva en la práctica profesional o amateur del deporte está lejos de estar consolidada. Afortunadamente son cada vez más los profesionales formados que están integrándose en los diferentes niveles de las estructuras deportivas. Pero, no nos engañemos, esto no es solo psicología en el deporte. Es consciencia de que la salud mental es tan importante como lo pueda ser la física, en cualquier ámbito de la vida.
Publicado originalmente en Deporpress