Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse.
Ray Bradbury
La manipulación es una herramienta muy poderosa. Se lleva utilizando desde siempre para conducir opiniones y justificar atrocidades. Su fundamento es muy sencillo. Solo hace falta escoger de entre los diferentes argumentos o datos de que se disponga, y ordenarlos de la mejor forma que nos convenga. Es como una receta perversa. Si conocemos la forma de añadir los ingredientes, el sabor del plato puede resultar todo lo catastrófico que se nos pueda ocurrir.
Esta estrategia tiene como objetivo distraer a la opinión pública de la información veraz y contrastada. Pretende una visión del mundo y de la realidad que se adapte a los intereses de unos pocos. Generalmente con objetivos de enriquecimiento o de poder.
Quien la maneja puede hacernos creer prácticamente lo que quiera. Sobre personas, culturas, países, religiones … porque lo consigue llevar a los límites. Al enfrentamiento entre el bienestar -o la vida-, de nosotros o de los otros. Una falacia que no tiene fin. Pero que, al fundamentarse en el manejo del instinto de supervivencia y la dependencia emocional, resulta un arma enormemente poderosa para conseguir lo que queramos.
La utilización de los sesgos psicológicos es la base de esta manipulación. Son fenómenos casi imperceptibles que todas las personas tenemos. Unas somos conscientes de ellas, e intentamos desmontarlos, para ser más libres. Otras, les queda este recorrido todavía para conseguirlo.
Es un camino complicado, no lo niego. Pero resulta enormemente gratificante. Les invito a unirse a él. Las herramientas para conseguirlo son la empatía y la compasión. Además de un profundo respeto al ser humano.