El placer es como ciertas substancias medicinales: para obtener constantemente los mismos efectos, es menester doblar las dosis, de las cuales la última lleva consigo la muerte o el embrutecimiento.
Honoré de Balzac

No entendemos porque las personas se convierten en adictas a sustancias psicoactivas. Probablemente esto se deba a que hay muchos conceptos erróneos sobre cómo funciona el cerebro adicto. Esto, además, lleva a concepciones erróneas sobre el tratamiento y la recuperación de un trastorno adictivo.

La historia del uso de drogas y alcohol está fuertemente influenciada por cuestiones morales que la han condicionado. Desde su asociación con la delincuencia hasta la consideración de las personas adictas como depravadas o inmorales.

Pero la realidad es que el uso repetido de drogas cambia el cerebro de manera que dificultan el abandono incluso para aquellos que lo desean. Es un trastorno complejo y multicausal que requiere mucho más que fuerza de voluntad o buenas intenciones para abandonarlo. Es necesario un intenso trabajo terapéutico proporcionado por especialistas como los que integran el grupo humano de Mas Ferriol.

Es esencial el abordaje médico, psicológico y social del mismo para superarlo.

Desde el principio del tratamiento, el equipo terapéutico que lo lleva a cabo considera todos los aspectos personales y circunstanciales de la persona adicta, construyendo un tratamiento personalizado que pueda asegurar la recuperación.

El proceso terapéutico que se lleva a cabo en un centro de tratamiento de adicciones, no está exento de dificultades. No olvidemos que estamos hablando de un cambio radical a todos los niveles.

Independientemente de la adicción que se trate, las personas adictas están «atrapadas» por su hábito nocivo. Y dejar atrás el mismo va mucho más allá de la fuerza de voluntad. Ésta es necesaria durante este recorrido, pero no en el sentido que podíamos pensar.

Cómo señala A. Washton en su libro «Querer no es poder», pensar que la voluntad puede conseguir que el adicto deje las drogas viene de la misma forma de pensar que ha conseguido que se enganche en ellas. La idea de la «solución rápida»: el consabido «yo controlo» del consumidor de drogas. Ahora que ha perdido el control (la voluntad), ¿cómo podemos pedirle que lo haga ahora, solo?. Cómo recoge Washton en su propuesta, la única forma de dejar un hábito adictivo pasa por el reconocimiento, precisamente, de que uno lo está sufriendo. De reconocerse como un adicto y pedir ayuda para dejar de serlo.

Y es aquí donde la persona acude a tratamiento y se pone en manos de quienes van a ayudarle a conseguirlo. Sin juzgarlo, estando a su lado para comprender y superar todas las dificultades de un camino complicado pero enriquecedor. Es, en definitiva, un proceso de cambio intenso y prolongado que exige la implicación total de quienes deciden emprenderlo.

Este post que les comparto es un reconocimiento a quienes han decidido dar un paso adelante y abandonar un estilo de vida autodestructor. Es un camino arduo, pero la recompensa es una vida nueva y esperanzadora. Con la ayuda adecuada se consigue hacerlo.

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