Asociamos el conocimiento a resultados y lo despojamos de su capacidad de sorprendernos porque hemos aprendido que debemos hacer lo que se supone que tenemos que hacer.

Aprender, en si, es lo gratificante. El proceso es mucho más que el ansiado resultado que nos pueda proporcionar.

Cuando aprendemos, cambiamos, y disfrutamos haciéndolo.

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