La soledad es lo que menos me gusta de la vida. Lo que más me preocupa es estar sola sin alguien a quien cuidar o alguien que me cuide.
Anne Hathaway
En los años 30, un equipo de investigadores comenzaron a estudiar a un total de 268 estudiantes de Harvard de las promociones de 1939 al 44, junto con 456 jóvenes que vivían en la misma época en la ciudad Boston.
A lo largo del tiempo, este estudio se ha convertido en el más largo, en duración, que se ha realizado jamás sobre la felicidad. Quizás la mejor conclusión y la que más hemos oído es la que repite el actual director del proyecto Robert J. Waldinger:
El mensaje más claro que tenemos de este estudio de 75 años es este, las buenas relaciones nos mantienen más felices y más saludables.
Genial, ¿verdad? ¿Pero qué hacemos para corregir nuestra vida si no tenemos buenas relaciones? .
Lo cierto es que los últimos años, la preocupación por la cantidad de personas solas en nuestras sociedades occidentales, ha encendido todas las alarmas. Si le damos la vuelta a la frase de Waldinger, entenderemos que está llamada epidemia de soledad, puede tener efectos devastadores, tanto nivel individual como social y económico..
Son muchas las soluciones que se han ido proponiendo, también de los últimos años, cómo revertir está progresivo aislamiento indeseado que está provocando serios problemas de salud mental y física en todas las edades.
Parece que la solución, según un reciente estudio publicado en la revista Scientific American, puede estar mucho más fácil de lo que pensábamos.
No es algo nuevo, pero sí es cierto que llevamos tiempo sabiendo que la posibilidad de ayudar a los demás, la generosidad, es uno de los componentes esenciales de la felicidad. Este estudio corrobora que una de las vías para ir resolviendo la soledad, que parece estar invadiendo nuestras sociedades, viene de la mano del voluntariado. Ayudar a otras personas a desenvolverse, participar en actividades medioambientales, o contribuir a la celebración de cualquier evento deportivo en nuestra ciudad, pueden ser algunas de las vías que consigan volver a conectar a las personas, y así recuperar algo esencial para nuestra felicidad: sentirnos parte de algo más grande.
Ahora tocan dos acciones importantes, una por parte de quienes pueden sentirse solos, que deben dar el paso para participar, y otra por parte de quienes deben facilitar que el voluntariado crezca y sea accesible a cada vez más personas.