El Estudio de Grant, uno de los estudios longitudinales de más larga duración del desarrollo humano, que comenzó en 1938, siguió a 268 hombres universitarios de Harvard durante 75 años, midiendo una sorprendente variedad de rasgos psicológicos, antropológicos y físicos – desde tipo de personalidad a coeficiente intelectual, hábitos de consumo de alcohol y relaciones familiares – en un esfuerzo para determinar qué factores contribuyen más fuertemente a la prosperidad humana.
El alcoholismo es la principal causa de divorcio entre los hombres del estudio de Grant; se correlaciona fuertemente con la neurosis y la depresión (que tienden a seguir del abuso de alcohol, en lugar de precederlo); y – junto con fumar – fue el factor que más contribuye a la temprana morbilidad y muerte. Por encima de un cierto nivel, la inteligencia no importa.
No hubo diferencia significativa en las rentas que ganaban los hombres con un coeficiente intelectual en el rango de 110-115 y los hombres con coeficiente intelectual mayor a 150. La ideología política no tenía relación con la satisfacción de vida, pero los hombres más conservadores terminaban de tener relaciones sexuales a una edad promedio de 68, mientras que los hombres más liberales tenían una vida sexual activa hasta los 80 años. Pero el factor en que Vaillant más insiste es en la poderosa correlación entre la calidez de tus relaciones y tu salud y felicidad en la vejez. Después de que se publicó el artículo de The Atlantic en el 2009, los críticos pusieron en duda la fuerza de esta correlación.
Los 58 hombres que obtuvieron mayores puntuaciones en las medidas de “relaciones cálidas” ganaron un promedio de $141,000 dólares más al año en sus salarios punta (por lo general entre los 55 y 60) que los 31 hombres que puntuaron más bajo; los primeros tenían también tres veces más probabilidades de haber alcanzado un éxito profesional digno de figurar en el “Who’s Who” (“Quién es Quién”).
Los resultados también sugieren que la calidez de la relación con tu mamá importa hasta bien entrada la edad adulta. Los hombres que tenían relaciones cercanas en la infancia con sus madres ganaron un promedio de $87.000 dólares más al año que los hombres cuyas madres eran indiferentes. Los que tenían malas relaciones en la infancia con sus madres eran mucho más propensos a desarrollar demencia en la vejez.
Más tarde en sus vidas profesionales, las relaciones de la infancia de los hombres con sus madres -pero no con sus padres- se asociaron con la eficacia en el trabajo.
Por otro lado, las relaciones cercanas en la infancia con los padres (no madres) se correlacionaban con índices más bajos de ansiedad adulta, mayor disfrute de las vacaciones, y una mayor “satisfacción en la vida” a la edad de 75, mientras que la cercanía de las relaciones de la infancia con la madre no tuvo incidencia significativa en la satisfacción en la vida a los 75.
La conclusión clave de George Vaillant, director de este estudio, en sus propias palabras: “Los setenta y cinco años y los veinte millones de dólares gastados en el estudio Grant apuntan … a una directa conclusión de cinco palabras:
“La felicidad es amor”