El secreto de una vida feliz es el respeto. Respeto por ti mismo y respeto hacia otros.
Ayad Akhtar

Parece estar muy claro que la diversión espontánea y no programada puede ser algo genial. Pero, y según recogen varios estudios, programarla añade todavía más intensidad a la experiencia

Y esto no solo se refiere a las vacaciones. Se aplica a todo aquello que planeemos para pasar un rato en compañía de las personas que queremos. Es valido para una cena, un paseo por la playa o una obra de teatro. El placer que se obtiene dedicando tiempo y esfuerzo a hacer que, lo que podríamos llamar anticipación positiva, convierta lo que programamos en una gran experiencia.

Esta satisfacción se incrementa, todavía más, si lo hacemos con bastante tiempo de antelación. Como hemos comentado al principio, no podemos negar que la sorpresa de una cena inesperada puede ser algo muy especial, pero planearla con una semana de antelación todavía le añade mucha más magia a la situación. Si además somos capaces de compartir nuestra planficicación, generando ilusión por lo que vamos a vivir, puede ser algo maravillosa.

Soy consciente que muchos de ustedes pueden estar pensando en que, quizás, generar demasiadas expectativas, puede resultar en el efecto contrario. Y es cierto. Por esto, cuando programemos alguna experiencia, debemos tener en cuenta que el factor esencial no es la sorpresa. Al contrario, lo es la participación. Si quien va a formar parte de ella, la siente como propia, la vive día a día, con sus cambios, dificultades o modificaciones necesarias ¡Siempre y cuando no sea una fiesta sorpresa!

Y si esto no fuese suficiente para decidirte a programar una experiencia en lugar de comprarte algo, te dejamos tres razones avaladas por distintos estudios científicos;

Las experiencias mejoran con el tiempo. Son como el buen vino. Tenemos la tendencia a recordarlas, adornándolas y haciéndolas nuestras.

Las experiencias son únicas. Es una de sus grandes características. Podemos comparar nuestros smartphones objetivamente. Nuestros viajes, caminatas o salidas con amigos, tendrán un significado particular para cada uno de nosotros. Sentimos con nuestros propios sentidos.

Las experiencias son sociales. Es una de sus características más atractivas y que ya señalábamos un poco más arriba. Suponen contacto con otras personas, conocidas o no.

Un viaje es una magnífica forma de ver la vida desde otro punto de vista, por ejemplo.
Como apunte final a esta reflexión sobre las experiencias frente a las posesiones, me gustaría destacar, su especial importancia para generar respeto y tolerancia. Nos exigen colaboración, empatía y apertura de mente. Tanto para elegir que cenamos como para comprender los usos y costumbre de las personas de otros lugares.

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