Kevin Breel no parecía un chico deprimido: capitán del equipo, presente en cada fiesta, divertido y seguro de sí mismo. Sin embargo, nos cuenta la historia de la noche en que se dio cuenta de que, para salvar su vida, tenía que pronunciar solo dos palabras.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *