Aburrirse es tarea fácil. Incluso en la atmósfera de un laboratorio. W. van Tilburg, de la Universidad de Southampton, contribuye un poco en crear esa sensación: pide a los participantes en su experimento, que cuenten las letras de un texto, que copien datos bibliográficos o que dibujen lo mismo una y otra vez. Cuanto más dura la prueba, más se aburren. El psicólogo los tortura ahora si, ahora también, con este tipo de actividades monótonas. No sin razón: su objetivo es precisamente descubrir cómo el estado de aburrimiento, repercute en las personas.
Otros científicos abordan este tema de modo distinto: investigan a individuos que se muestran aburridos con frecuencia y el motivo de esa sensación.
A continuación exponemos siete resultados relevantes que ha aportado hasta ahora la investigación en torno al aburrimiento. Según se ha comprobado, el hecho de aburrirse nos puede perjudicar o favorecer; depende del tipo de tedio y de cómo lo manejemos.
1. Una sensación con múltiples ingredientes
¿Qué es el aburrimiento? La pregunta no resulta sencilla de responder. En 2012, J. Eastwood, de la Universidad de York en Toronto. y sus colaboradores, analizaron unos 100 estudios para, de manera definitiva, describir el fenómeno con todos sus ingredientes.
La clave que descubren: las personas que sufren aburrimiento no son apáticas, sino que buscan ocupar su tiempo de modo satisfactorio, pero, de momento, las circunstancies no les acompañan. A ello se suman un estado de ánimo apagado y la sensación de que las horas, en lugar de correr, se arrastran.
Por otro lado, parece existir una alteración de atención básica. Lo demostraron con un experimento ya clásico: pidieron a unos sujetos que leyeran un texto más bien tedioso en distintas situaciones. Primero debían llevar a cabo esa actividad en una habitación con mucho ruido de fondo; en una segunda fase, debían realizar la lectura en una sala con un ruido apenas perceptible y por último, se les indicó que lo hicieran en una habitación en la que reinaba el silencio. Los participantes indicaron que el texto más aburrido era el que habían leído en la segunda habitación. ¿Por qué? Al parecer, el ruido casi subliminal les molestaba. Lejos de atribuir su problema de concentración a dicho motivo se refirieron a la tarea en si. La actividad propuesta era, simplemente, demasiado aburrida.
2. Cinco tipos de aburrimiento
El psicólogo Thomas Götz, de la Universidad Ludwig Maximilian en Múnich, sabe que existen diferentes tipos de aburrimiento. Su equipo tuiteó a universitarios y escolares varias veces al día durante dos semanas para preguntarles sobre su estado de ánimo. Constataron que el sentimiento de aburrimiento se hallaba más extendido entre los jóvenes que el de alegria, el miedo o el enfado.
En 2013, los investigadores distinguieron cinco tipos del susodicho fenómeno. Veámoslos. En el estado de aburrimiento indiferente, las personas se retiran del mundo exterior, se relajan y se encuentran bien de esta manera. Por el contrario, quienes tienden a un aburrimiento de calibración están más tensos y algo insatisfechos. Si bien es cierto que no se plantean en serio hacer otra cosa, tienen su mente en otro lado. Los individuos que se encuentran atormentados por el aburrimiento de búsqueda se sienten inquietos y mal; intentan huir activamente de esa sensación, por ejemplo, saliendo de la sala en la que se hallan. Si eso no resulta posible, se origina el aburrimiento reactivo, el cual lleva a la excitación, a una gran insatisfacción e incluso a la agresividad. Finalmente, en el aburrimiento apático, la persona se rinde resignada a su destino. Uno de cada tres casos de aburrimiento en los alumnos de educación secundaria pertenece a este último tipo unido a un estado de ánimo subyacente de depresión.
3. Cronicidad insalubre
Quien se aburre con frecuencia tiene mayor probabilidad de morirse antes: además, posiblemente de una enfermedad cardiovascular, A. Britton y M. Shipley, del University College de Londres, encuestaron entre 1985 y 1988 a un total de 7500 empleados de la administración pública. Dos veces cada tres años, los participantes debían indicar si se aburrían. Según los resultados, uno de cada diez sentía con frecuencia esa sensación. Lo más sorprendente fue que de estos, los que valoraban peor su salud, casi no practicaban deporte y ocupaban un cargo inferior.
Veinte años después, los investigadores comprobaron cuándo y por qué motivos habían fallecido los participantes de dicho estudio. Según descubrieron, quienes se aburrían más a menudo presentaban un riesgo mayor de fallecer relativamente pronto, a causa de un infarto de miocardio un ataque de apoplejía, etc, en comparación con el resto de los sujetos.
¿Pudiera ser que las personas que se aburrían compensaban sus frustraciones con un estilo de vida poco saludable? Sea como fuere, se sabe que el aburrimiento y los diferentes trastornos de adicción están directamente relacionados entre si; y un consumo excesivo de alcohol. cigarrillos o drogas favorece que aparezcan distintos problemas de salud. Sin duda. Ia expresión ¡me muero de aburrimiento!, contiene un fondo de verdad.
4. Causa de depresión
Eastwood empezó a interesarse por el tema cuando detectó que muchos de los pacientes con depresión que acudían a su consulta padecían también aburrimiento crónico. Aunque para el psicólogo estaba claro que ambos fenómenos estaban conectados, desconocía cómo: ¿favorecía el aburrimiento la depresión o, por el contrario, estar deprimido llevaba a aburrirse? Junto con Investigadores de la Universidad de Waterloo preguntó a 820 sujetos, de edades comprendidas entre los 16 y los 56 años, qué sentían y pensaban cuando se aburrían. Asimismo, analizaron si existía una relación estadística con la dificultad de sentir felicidad. Según concluyeron, cuando las personas están aburridas focalizan su atención en pensamientos negativos.
Concretando: parece que el aburrimiento favorece la depresión.
5. ¿Qué sucede en un cerebro aburrido?
Hasta ahora, nadie ha establecido los correlatos neuronales del aburrimiento en el cerebro. Aunque en 2013 un equipo dirigido por K. Matiak, de la Universidad de Aachen, empezó con los primeros intentos: 13 jugadores de ordenador experimentados debían ejercitarse con un juego de disparos en primera persona, mientras yacían en un aparato de tomografía de espín nuclear. Su personaje virtual supero la prueba. Aunque durante muchas partes del Juego no debía hacer nada ¿Era eso aburrido?
El escáner cerebral reveló, entre otros resultados, que las amígdalas cerebrales (implicadas
en Ia sensación del miedo y agresividad) de los sujetos que se sentían bien tras practicar con el videojuego mostraban poca actividad durante las fases insípidas de la partida. En cambio, hallaron una relación entre el ánimo negativo y Ia desactivación del hipocampo (centro del pensamiento)
Los investigadores interpretaban estos datos como un signo de que los jugadores se aburrían. pues su cerebro no completaba las pausas de batalla con el procesamiento de la experiencia.
6. ¿Cómo combatir el aburrimiento entre los alumnos?
Muchos alumnos se aburren en clase. Hasta aquí, ninguna novedad. Pero no todos los escolares gestionan esa sensación del mismo modo, sugieren U. Nett, de la Universidad de Ulm, junto con Götz y su equipo. Existen niños que afrontan la situación de manera muy sensata: se dicen a si mismos que algún día los conocimientos de matemáticas valdrán la pena Nett describe esta postura como planteamiento cognitivo. Otros, en cambio, se distraen y hablan con los compañeros.
¿De qué manera puede combatirse el aburrimiento en las aulas? Con el fin de averiguarlo, Nett estudió la respuesta de más de 500 alumnos. Para su sorpresa, aquellos que presentaban un planteamiento cognitivo se sentían menos aburridos que los que se dedicaban a otras actividades. Ello sugiere que una manera útil de evitar el tedio en clase sería hacer conscientes a los alumnos del valor que puede tener la materia que se imparte y el aprendizaje en general para su futuro.
Los alumnos presentan, sobre todo, aburrimiento de calibración, por lo que acaban soñando despiertos. En este estado se hallan totalmente abiertos a propuestas novedosas, asegura Götz. En definitiva, los profesores disponen de buenas posibilidades para captar la atención de estos alumnos.
7. Quien se aburre busca un objetivo… o se distrae
El psicólogo Van Tilburg y sus colaboradores invitaron a 200 Jóvenes irlandeses a su laboratorio para que participaran en varios experimentos.
Aburrieron a una parte de los sujetos con tareas terriblemente tediosas. Tras ello, les mostraron distintos símbolos y les preguntaron qué les parecían. Uno de los individuos destacó un trébol, símbolo de identidad nacional no oficial de Irlanda. En otra prueba debían evaluar un tradicional nombre irlandés, en comparación con otros nombres.
¿Resultado? Los sujetos que estaban aburridos se mostraron más a favor del trébol y el nombre irlandés que los que no lo estaban.
En otro ensayo, los investigadores reclutaron sujetos en un pub irlandés. Un total de 90 hombres y mujeres debían decidir qué castigo debería recibir un hipotético delincuente inglés que había dado una brutal paliza a un irlandés. Los aburridos decidieron sanciones más duras contra el malhechor de Inglaterra. En cambio, si la víctima era inglesa y el agresor irlandés, se mostraban más indulgentes con el delincuente.
Al parecer, quien se aburre tiende a apoyar un patriotismo indeseable. ¿Por qué? El aburrimiento indica que lo que se está haciendo en ese momento no tiene sentido, explica Van Tilburg. Ello produce la necesidad de recuperar el sentido perdido. Aquí entra en juego el patriotismo. upara muchas personas, una de las cosas más importantes es la identidad social, señala Van Tilburg. En otras palabras, necesitan saber dónde o a qué grupo pertenecen y por qué.
Por otro lado, el aburrimiento puede impulsar obras creativas. Una estimulación pobre continua resulta contraproducente, sobre todo para los más jóvenes, señala T. Belton, de la Universidad de Anglia del Este. En 2001 atribuyó la falta de creatividad de muchos niños al consumo de televisión durante los momentos de aburrimiento. Las videoconsolas y los teléfonos inteligentes hacen la misma función. Siempre que un niño se aburre, se inclina por el entretenimiento electrónico, advierte Belton: se dejan bombardear por estímulos en lugar de confiar en sus propios recursos internos.
Eastwood también pone en duda de que sea una buena idea huir del aburrimiento mediante aparatos electrónicos. El uso excesivo de pantallas y tecnología influye de manera negativa en nuestro sistema de recompensa en el cerebro. como sucede con la drogadicción)), describe. Aunque los programas emocionantes provocan sentimientos agradables. a largo plazo se espera conseguirlos de manera más rápida y con mayor frecuencia.
La posibilidad de multitareas que ofrecen los teléfonos inteligentes y los ordenadores aumentan el aburrimiento, afirma Eastwood. Nos dispersan la atención, pues esta debe saltar constantemente de un lugar a otro. Por ejemplo, nos aburriremos si leemos el correo electrónico a la vez que miramos un vídeo en YouTube por el hecho de que estamos desconcentrados. Sin embargo, no somos conscientes de ello; incluso es posible que iniciemos otras actividades, lo que contribuirá al efecto contrario.
El aburrimiento es como las arenas movedizas; cuando uno se mueve no hace nada más que empeorar las cosas.
Artículo de Klaus Wilhem en Mente y Cerebro 73/2015