A la hora de la verdad, que es la de buscarse a sí mismo en lo objetivo, uno olvida todo y se dispone a no ser fiel más que a su propia sinceridad.
Gerardo Diego
Respira. Siéntate un momento tranquilamente. Cierra tus ojos, y pregúntate si eres feliz. No te precipites. Tómate tu tiempo. No hay prisa.
¿Qué ha ocurrido?¿Cuál es la respuesta? Para la mayoría de nosotros, algo en nuestro interior nos pide más. Es como un pequeño recordatorio (o grande), que nos hace sentir que algo no va bien y reclama nuestra atención. Pero en la mayoría de las ocasiones, decidimos no apreciarlo. Pasamos de él y, simplemente, decidimos seguir adelante. Podría parecer que hemos decidido renunciar a nuestra felicidad ¡sin habernos siquiera parado a pensarlo!
Hay una serie de razones por las cuáles esto puede estar ocurriendo y pueden cambiarse ¡por supuesto!
Aceptación
La aceptación, algo muy necesario, puede, sin embargo, ser utilizada como una excusa. Y deja de serlo para convertirse en resignación o conformismo. ¿Y cómo podemos aprender a distinguir una de otra? Sencillo. Observa lo que está aconteciendo en tu vida justo ahora. Si no es lo que tú querrías que estuviese pasando, entonces algo falla. La aceptación te da verdad, nunca la cubre. Y te impulsa a actuar.
Ya ves, algo que podría parecer que te impulsa a no moverte, hace todo lo contrario. Te lleva a una revolución interior de auto conocimiento.
Cierra tus ojos y obsérvate
Volvemos a la propuesta inicial. Porque tu felicidad no está ahí fuera. Esta en tu interior.
Imaginemos un relato de ciencia ficción. La felicidad es otro planeta. Para llegar a él, tenemos que dejar atrás equipaje innecesario. El enfado, resentimiento, duda, miedo o preocupación, no pueden pasar por la aduana del planeta de la felicidad. Puedes decidir viajar con estas emociones, pero nunca llegarás a él. Simplemente no lo reconocerás en tu viaje interestelar a ti mismo
¿A qué esperas para hacer la maleta adecuadamente? Míralo de esta forma, pesará mucho menos y tu viaje será mucho más cómodo.
Medicación
Pregúntate si la medicación que tomas te está haciendo más feliz. Si no es así, quizás sea el momento de que te preguntes que esta fallando. Porque, en la mayoría de las ocasiones, la medicación que estamos tomando, lo que hace es tapar lo que ocurre ahí dentro. Simplemente no están diseñadas para curar. Lo están para que no te encuentres mal. Y esto puede funcionar durante un tiempo. Pero al final no cambian nada.
Si en lugar de poner una tirita, limpiamos bien la herida, y nos preocupamos de cuidarla, el camino será totalmente distinto. Estaremos pensando en que nos hace feliz y como conseguirlo en lugar de pensar en que nos hace desgraciados y como evitarlo. Y, créanme, el resultado es radicalmente distinto.
Tengo miedo
Lo se. Yo también. Lo hemos comentado en multitud de ocasiones. Nos pasa a todos. Pensamos que cambiar algo, aunque sea lo más mínimo nos va a suponer un gran esfuerzo y que no seremos capaces de hacerlo. Nos decimos que es muy tarde para llamar a ese amigo que echamos de menos o para salir a hacer ejercicio.
Pero, plantéatelo, ¿cómo cambiaría tu vida si hicieses precisamente eso de que tienes miedo, o eres demasiado vago para hacer?
Te aseguro que es algo maravilloso. Una vez sabes que es lo que te gustaría hacer y decides hacerlo. Sólo requiere de un poco de determinación y valentía. De repente, ¡te ves caminando en medio de la naturaleza, con un grupo de amigos!
No has decidido ser feliz
Hay un montón de felicidad disponible todos los días. Quizás es algo que hemos olvidado. O que, simplemente, hemos tapado, silenciando esa voz que te hacía entender lo maravilloso que puede ser el mundo.
Tómate tu tiempo para restablecer conexiones con tu interior. Examina tu vida ahora. Fíjate en lo que te hace feliz y en lo que no. Se consciente de lo que te podría hacer más feliz y no haces por miedo o vagancia. Puede ser más paz, más gratitud, más excitación, más amor, más acción, más salud o más relaciones. Lo que quiera que sea, deja atrás el miedo de ir a por ello.
Todo lo que tienes que hacer es empezar cultivando el hábito de escucharte y prestarte atención. Al principio, como todo hábito, puede ser costoso. Pero con dedicación, lo podrás conseguir.
Escucha, actúa y llegarás al planeta deseado.