Algunas personas piensan que aferrarse a las cosas les hace más fuertes, pero a veces se necesita más fuerza para soltar que para retener.
Hermann Hesse
Si, como yo, en algún momento (especialmente en estas épocas de vacaciones), se han puesto a hacer limpieza en casa, en el trastero o en la ropa que hace años que no usan, saben que no resulta una tarea sencilla. La intención la tenemos, eso sí. Pero de ahí a conseguir desembarazarnos de esa camisa que no usamos hace años o de aquellos libros mohosos, median grandes decisiones. Y, en muchas ocasiones, desistimos del loable intento de simplificación de nuestra existencia.
Si se reconocen en el párrafo anterior, permítanme explicarles porque nos cuesta tanto dejar ir, incluso a cosas inanimadas.
Efecto de dotación: Le damos más valor a algo, una vez lo poseemos. Por ejemplo, si valoramos dos objetos igualmente, pero poseemos uno de ellos y tenemos la oportunidad de cambiarlo por el otro, aumentamos el valor del que ya tenemos y no realizamos el cambio. ¿A qué les ha pasado?
Sentido de identidad: En ocasiones, incluimos objetos como parte de nuestra identidad y sentido de nosotros mismos. Probablemente nos costará desprendernos de esa chaqueta vaquera raída y amarillenta, que identificamos con un rebelde yo, de hace años. Sería como renegar de parte de nuestra historia, nos decimos.
Conexión de la propiedad. Impregnamos a nuestras cosas con una esencia invisible que creemos única a lo que es nuestro. Son especiales porque las poseemos y, aunque existan muchas iguales, la que tenemos es especial porque es de nuestra propiedad. Esto se extiende a aquellas cosas que han sido parte de la vida de nuestra familia, incluso las más comunes.
Estas son algunas de las razones por las que se nos hace tan difícil desprendernos de objetos que, no son seres vivos. Somos nosotros quienes les asignamos su valor al conectarlos emocionalmente a personas o situaciones.
Se que esto no hace más sencillo abordar la tarea de simplificar nuestra vida que nos planteábamos al principio. Pero ¿a qué se sienten menos culpables de no desprenderse de todo eso que se supone que deberían?