Hace ya bastante tiempo que la ciencia ha demostrado de manera irrefutable que todos los embriones de todas las especies, entre ellas la humana, en sus primeros estadios son todos hembras, que los machos no son sino que «hembras genéticamente alteradas» por la presencia del cromosoma «Y» aportado por el padre, dada su carga de hormonas andrógenas, especialmente testosterona, que transforman a la hembra en macho. Que en ausencia de estas hormonas el embrión prosigue su desarrollo en su estado primigenio que es el de ser una hembra.
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Así resulta que primero fue Eva, y no Adán. Una vez más, la ciencia echa por tierra uno de esos tantos mitos bíblicos.