Muchas personas me preguntan porque es tan difícil cambiar. ¿Qué es lo que hace que temamos al cambio hasta preferir, en ciertos casos, permanecer en una situación insostenible?
Supongo que cada uno de nosotros tendrá una explicación propia o asumida de porque le cuesta tanto modificar algo para ir a por otra cosa nueva. La mayoría por miedo, diríamos, y sus múltiples niveles o variantes.
Porque, resulta muy curioso, la tendencia que tenemos a dejar que las cosas estén como estén, sin cuestionarlas. Lo hacemos todo el tiempo. Incluso aunque no sepamos porque. Este paradoja no es exclusiva del ser humano, como demuestra este experimento que les presento a continuación.
“En un experimento se metieron cinco monos en una habitación. En el centro de la misma ubicaron una escalera, y en lo alto, unos plátanos. Cuando uno de los monos ascendía por la escalera para acceder a los plátanos, los experimentadores rociaban al resto de monos con un chorro de agua fría. Al cabo de un tiempo, los monos asimilaron la conexión entre el uso de la escalera y el chorro de agua fría, de modo que cuando uno de ellos se aventuraba a ascender un busca de un plátano, el resto de monos se lo impedían con violencia. Al final, e incluso ante la tentación del alimento, ningún mono se atrevía a subir por la escalera.
En ese momento, los experimentadores extrajeron uno de los cinco monos iniciales e introdujeron uno nuevo en la habitación.
El mono nuevo, naturalmente, trepó por la escalera en busca de los plátanos. En cuanto los demás observaron sus intenciones, se abalanzaron sobre él y lo bajaron a golpes antes de que el chorro de agua fría hiciera su aparición. Después de repetirse la experiencia varias veces, al final el nuevo mono comprendió que era mejor para su integridad renunciar a ascender por la escalera.
Los experimentadores sustituyeron otra vez a uno de los monos del grupo inicial. El primer mono sustituido participó con especial interés en las palizas al nuevo mono trepador.
Posteriormente se repitió el proceso con el tercer, cuarto y quinto mono, hasta que llegó un momento en que todos los monos del experimento inicial habían sido sustituidos.
En ese momento, los experimentadores se encontraron con algo sorprendente. Ninguno de los monos que había en la habitación había recibido nunca el chorro de agua fría. Sin embargo, ninguno se atrevía a trepar para hacerse con los plátanos.
Si hubieran podido preguntar a los monos por qué no subían para alcanzar el platano, probablemente la respuesta hubiera sido esta “No lo sé. Esto siempre ha sido así”.
Por esto quedémonos con este aprendizaje el día de hoy. El mayor enemigo del cambio no es el miedo ¡Es la costumbre!