Cualquier momento del día o de la noche es bueno para decir basta y poner fin a una etapa de tu vida que hubieras deseado no vivir
Raimunda de Peñafort
Si tenemos a alguien cercano que vive una relación abusiva, es posible que nos sintamos asustados, desesperanzados y, sobre todo, impotentes. Sea violencia física, emocional, económica o de cualquier otro tipo, es posible que no sepamos qué podemos hacer.
Como podamos ayudarle dependerá de nuestra relación, la naturaleza del abuso y la etapa en la que se encuentre su amigo o amiga en su reconocimiento del mismo. Nuestro objetivo es crear un espacio donde se abra a nosotros y así poder apoyarle.
El primer paso para conseguirlo es expresar claramente nuestra intención de ser un aliado de confianza y sin prejuicios cuyo apoyo no dependerá de qué tome o no ciertas decisiones. Mostrarle claramente que estamos a su lado, decida lo que decida. Que no vamos a juzgarle y que seguiremos ahí, apoyándole incondicionalmente.
Un segundo paso será la escucha activa sin dirigir la conversación, y respetando los silencios o momentos que la persona decida parar. Se hace especialmente complicado cuando lo que nos expresa nos parece vejatorio o, incluso, peligroso para su integridad.
No debemos nunca hacerle sentir que debería haber hecho esto o lo otro. Corremos el peligro de romper la confianza y desactivarnos como alguien que pueda ayudarle.
Un tercer y fundamental escalón es el agradecimiento por su confianza en nosotros. Es una potente herramienta que nos ubica en un espacio de seguridad en el que siempre estaremos.
La delgada línea en la que se encuentra una persona en una situación de abuso exige que nuestro apoyo vaya, poco a poco, dirigido a que pueda recibir apoyo profesional, legal o policial. Pero, debe ser la persona la que decida solicitarlo. Cualquier intento de obligarla o de forzarla a que denuncie, puede conseguir todo lo contrario.
Debemos tener en cuenta que en una situación de estas características no sabemos lo que nos podemos encontrar. Por lo que es conveniente que, si damos el paso de intervenir, estemos dispuestos a dedicarle toda nuestra atención. En muchos casos, el tiempo es esencial para conseguir que la persona dé el paso de salir de la situación abusiva.
Recordemos que podemos estar lidiando con una situación en la que la vida de la persona esté en peligro.