Si hay algo característico de los trastornos de ansiedad, sin duda es el miedo. Un miedo difuso que produce angustia y que no tiene una causa clara. Varias zonas del cerebro son claves en la producción del miedo y la ansiedad. En especial la amígdala y el hipocampo.
Un estudio que acaba de publicarse en Nature Neuroscience podría ayudar a explicar cómo se pasa de un miedo normal y adaptativo a otro generalizado y disfuncional. Según este estudio, la sensación de miedo es una cuestión de números y depende de una votación “democrática” entre nuestras neuronas, que de forma individual son capaces de distinguir lo que supone una amenaza y lo que no. Si la mayoría se alarman, sentimos miedo. Por el contrario, si sólo se alteran unas pocas, no cunde el pánico y permanecemos tranquilos.
Eso es al menos es lo que se deduce de un trabajo con roedores, que acaba de ser replicado en primates. Al parecer,en la amígdala, la parte del cerebro que procesa el miedo, hay una minoría de neuronas muy temerosas, a las que cualquier señal del entorno les lleva a transmitir una señal de pánico. Sin embargo, la mayoría solo se “alteran” y mandan señales de miedo cuando hay una causa justificada. El resultado en la conducta visible de la rata es la ausencia de temor. Ante situaciones de alto riesgo, todas las neuronas se vuelven miedosas. Leer más en ABC.es







