Cuando se trata de la salud mental, o quizás mejor, el bienestar mental, parece que se abre una veda. Una en la que cualquiera puede opinar, puede asesorar e incluso, tratar. Un camino peligroso que conduce a confusión a muchas personas y que, en el mejor de los casos, las deja en el mismo lugar emocional en el que estaban.
Leemos ofertas de talleres o seminarios sobre felicidad, emociones, mindfulness, meditación, … y así hasta el infinito, impartidas por formadores exprés, o ni eso. Si añadimos a esta oferta, todas las supercherías habituales ofrecidas por visionarios o espabilados al uso, el cuadro se complica todavía más.
No es algo que ocurra solo en el bienestar mental, ni tampoco es nuevo. La charlatanería lleva mucho tiempo haciendo estragos en la salud, en general. Y en los bolsillos, en particular. Somos muy incautos.
Podría continuar enumerando la infinidad de propuestas que tengo a mi alrededor, de soluciones mágicas, de loterías emocionales o de subidones de fin de semana, en las que podemos caer. Pero no me apetece.
Hoy es un día para reivindicar mi profesión, la psicología. La ciencia de la salud mental. El cuerpo de conocimientos que se dedica a conseguir que las personas sean más felices, superen los momentos complicados de su vida, aprendan a lidiar con las situaciones difíciles, manejen sus trastornos mentales de una forma normalizada, y consigan tener una vida plena y feliz … Y todo esto basado en la evidencia científica. Aquí si. Terapia basada en Mindfulness, Gestión Emocional, Psicología Positiva … que se añaden a ya larga lista de ofertas clásicas de la psicología cognitiva-conductual, Sistémica o de la Gestalt, por citar algunas.
Estos nuevos enfoques se han ocupado por acudir a quienes hace siglos practican meditación o mindfulness, para aprender. Para traer al ámbito de la evidencia científica algo que funciona hace muchísimo tiempo. Ese es el camino que asegura su aplicabilidad y su coherencia. Una mención especial la merecen quienes, desde su magisterio en meditación, están asesorando a la psicología con sus brazos abiertos, sin juzgar y con ecuanimidad.
Las diferencias esenciales entre el trabajo que proporciona la psicología y otras ofertas no basadas en la evidencia son muchas. Como muestra un botón:
Una es su contrastabilidad. Lo que ofertamos sea medible, Se puede apreciar por quien lo recibe, y que se puede realizar también por otros profesionales que se formen. No es un “don” dudoso que alguien nos dice poseer y que manifiesta curarlo todo.
Otra es su responsabilidad. La práctica de la psicología esta regulada y monitorizada por los Colegios de Psicología, que son los garantes de la eficiencia, eficacia y honestidad profesional de quien ejerce la psicología. Esto quiere decir que los profesionales y las profesionales que nos dedicamos a esto respondemos, en última instancia, ante los garantes del ejercicio honesto de nuestra profesión.
No es únicamente nuestra profesión, la que sufre la invasión de quien, con impunidad y sin vergüenza, se autodenomina experto en bienestar emocional. En el camino de reivindicar el ejercicio profesional responsable y avalado, me encontrarán.
Aprovecho par invitarles, desde este espacio a la II Feria de la Psicología, que se celebra hoy, desde las 11.00 de la mañana, en la Plaza del Príncipe, de la capital Santa Crucera, en Tenerife ¡Allí nos vemos!