No esperes a que te toque el turno de hablar, escucha de veras y seras diferente.
Charles Chaplin
Nos quejamos continuamente de no ser escuchados. Puede ser cierto. Pero, y nosotros, ¿lo hacemos?
Seamos sinceros ¿Cuántas veces nos hemos visto en una conversación que más parece un partido de tenis? Esas de las que se ve claramente que uno espera a que el otro acabe (si lo hace) para hablar, sin tan siquiera plantearse responder a la otra persona.
Es como si tuviésemos un argumentario propio del que no nos queremos bajar. Como si nos diese seguridad. Es territorio conocido, y ahí preferimos quedarnos.
Pero venimos equipados con dos orejas, que además no tienen mecanismo de cierre. Y con una boca que si lo tiene. ¿Por qué no hacemos caso de nuestra naturaleza?
Escuchar es un todo un territorio desconocido. Fascinante. A medida que lo vas conquistando, apreciarás como aprendes cada vez más. Y tiene un maravilloso efecto secundario ¡te escuchan a ti también!. Porque se contagia. A veces puede tardar, no olvidemos que no es una costumbre muy común, pero se consolida poco a poco.
Si quieres empezar con ello te propongo algunos trucos que te pueden ayudar.
Cuando escuches, piensa que lo que te están diciendo lo vas a tener que contar tu luego a alguien. De esta forma permites que lo que dice la otra persona llegue a ti y tu cerebro deba procesarlo. Es algo que solo puedes hacer en silencio. Escuchando activamente. Y como efecto adicional, para comprender lo que la otra persona dice, harás preguntas. Sin darte cuenta estarás en una conversación. No tratas de responder, tratas de entender. El cambio en la calidad de tu conversación es espectacular.
No pierdas el contacto visual. Hacerlo parece indicar que no estás prestando atención a quien habla. Costumbre que muestran, por cierto, algunos entrevistadores profesionales. Un truco para conseguirlo, como hemos comentado en otro artículo, es tratar de averiguar el color de los ojos de quien habla. Con todos sus matices.
Aparta el teléfono móvil. Es imposible escuchar atentamente a otra persona e intentar estar al tanto de lo que llega a través de la mensajería o notificaciones. Siempre que sea posible, silenciálo y ponlo boca abajo. O déjalo en otro lugar. No te autoconvenzas que algo urgente puede ocurrir. No es cierto. Y si pasa, podrás abordarlo mirando el teléfono cada cuarto de hora, en lugar de cada diez segundos.
Se honesto. En ocasiones se hace muy difícil escuchar a la otra persona con atención. No tenemos tiempo, estamos cansados o el día ha sido especialment difícil. Decírselo a la otra persona es una forma de hacerle ver lo importante que es su conversación para nosotros. Por supuesto, esto debe ir acompañado de un compromiso serio para hablar en otro momento.
Estos son solo algunos consejos que pueden ser de utilidad para mejorar la calidad de tus conversaciones. Tienen la magnífica ventaja de conseguir, además, estrechar lazos con quien hablas a la par que aprender mucho de lo que dice.