Te mostramos cómo
¿Te pones metas, pero las dejas para después? Esto es algo que nos pasa una y otra vez pero ¿cuál es el problema real? Sencillo. Nos saltamos un paso fundamental. Nuestras emociones. Casi nunca las tomamos en cuenta. Sin embargo, los sentimientos son una parte fundamental de por qué hacemos lo que hacemos.
No podemos ignorar nuestras emociones debido a la manera en que nuestro cerebro está estructurado: cada vez que las emociones enfrentan a un argumento racional casi siempre ganan.
La razón por la cual no podemos pelear contra nuestras emociones es porque hacerlo, sólo las hace más intensas. En un estudio reciente, se demostró que cuando a un grupo de sujetos se les contaba una historia triste y luego se les decía que trataran de no sentirse tristes, terminaban sintiéndose peor que aquellos quienes recibían la historia sin instrucciones.
En otro estudio se demostró que cuando quienes sufrían de ataques de pánico escuchaban discos de relajación, su ritmo cardíaco era más alto que el de aquellos pacientes que escuchaban audiobooks que no contuviesen ningún contenido explícitamente relajante. Según lo sugieren estos estudios, aquellas personas que sufren pérdidas y tratan con todas sus fuerzas evitar sentir tristeza o dolor les toma mucho más tiempo recuperarse de la pérdida.
¿Cómo se ve afectada la motivación por las emociones? Las emociones son una parte esencial a la hora de ejecutar cualquier tipo de plan: «Saber algo no es suficiente para cambiarlo. Haz que la gente (o tu mismo) sientan algo. Céntrate en las emociones.” Necesitamos pensar en un plan, por supuesto. Pero necesitamos sentir para actuar. Y ¿Cómo podemos hacerlo? Te proponemos tres pasos para ello.
1. Sé positivo
¿Cuándo procrastinamos con mayor frecuencia? La respuesta es: cuando estamos de mal humor. Puede que retrasar actividades sea una manera de mejorar y controlar tu estado de ánimo. Lo cierto es que tomamos esa opción cuando creemos que dejar nuestras metas para más tarde nos ayudará a sentirnos mejor; divertirnos y relajarnos. Por otro lado, ciertas investigaciones demuestran que la felicidad aumenta la productividad y te hace más exitoso.
Pero ¿cómo puedes convertirte en un optimista si no te sientes de esa manera? Una buena forma es registrar tu progreso. Se consciente de él. De cada paso que consigues. Huye de la sensación de rutina. Nada es más motivante que el progreso. Este es el patrón al cual llamamos principio de progreso: de todos los eventos positivos que influencian la vida laboral el más potente de todos es el progreso realizado en aquello que es importante. De todos los eventos negativos, el más poderoso es totalmente lo opuesto al progreso: los retrocesos.
Facilitar el progreso, y la consciencai de él, es la manera más efectiva de permanecer motivados. Bien. La negatividad ya no es lo que te hace procrastinar pero ¿qué te motiva a seguir?
2. Premiate
Los premios sientan bien y los castigos mal, esa es la razón por la que funcionan bien a la hora de motivarte. La ciencia de la conducta ha demostrado que los premios son responsables de las 3/4 partes de por qué hacmos lo que hacemos. Incluso ciertas investigaciones han descubierto que el interés personal percibido, es decir, los premios que uno cree que están en juego, es el factor más significativo a la hora de predecir la dedicación y satisfacción en el trabajo. De hecho, es responsable por el 75% de la motivación personal hacia el logro de objetivos. (Dickinson 1999)
Así que prémiate cada vez que quieras completar algo en tu lista de cosas por hacer (como lo puedes hacer con tu mascota, pero también funcionará contigo).
¿Te cuesta encontrar un premio que sea lo suficientemente bueno como para hacer que te levantes? Entonces intenta probar un ‘compromiso’: Dale a un amigo 50€. Si logras completar una tarea antes de las cinco de la tarde, te los dará de vuelta, sino, lo pierdes. Te sientes positivo y tienes premios (o castigos) en orden.
¿Qué más necesitas? ¿Qué pasa con los recordatorios constantes, las felicitaciones y la culpa?
3. La presión de los pares
Los estudios demuestran que la presión que ejercen los pares ayuda a los niños más de lo que los daña. Rodéate de personas con las que quieras estar y que te motiven y será mucho más fácil hacer lo que tengas que hacer. Cuando nos unimos a grupos donde el cambio parece posible, el potencial de ese cambio se vuelve más real. The Longevity Project, el cual estudió más de 1000 personas desde la juventud hasta la muerte nos dio la siguiente información: “Los grupos con quienes te asocias a menudo determinan el tipo de persona en la que te conviertes. Para aquellos que desean tener una mejor salud, juntarse con gente saludable usualmente es el camino más fuerte y directo hacia el cambio”.
E incluso una investigación sobre la amistad confirma esto, según Carlin Flora, autora de Friendfluence: “Las investigaciones demuestran que con el tiempo desarrollas patrones de consumo de comida, de salud e incluso de aspiraciones en tu carrera que son similares a los de quienes te rodean. Si eres parte de un grupo de personas que tienen grandes metas en mente, probablemente incorporarás el mismo sentido de seriedad.”
Entonces, tenemos estos tres métodos a la par ¿cómo podemos comenzar de una vez? ¿Tienes la lista de los tareas para hoy? Genial, eso significa que lo más racional que puedes hacer ahora es dejar de ser racional.
Deja que tus emociones fluyan:
1. Siéntete positivo
2. Siéntete premiado
3. Siente la presión de tus pares
Puedes hacerlo y, de hecho, creer que puedes hacerlo es el primer paso. Imagínate a ti mismo como una persona llena de motivación y muy productiva: La forma en la que te sientes sobre ti mismo tiene un enorme impacto en lo que consigues.
Adaptado de Acción Preferente