En su mayor parte, la mayoría de los niños y niñas tienden a recuperarse de la adversidad más fácilmente que los adultos. Pero esto no significa que esta situación de pandemia que vivimos no pueda causar impacto en ellos. Muchas familias se preguntan si meses de aislamiento, falta de escolarización estructurada y la posible pérdida de seres queridos, tendrán consecuencias duraderas para la salud mental de sus hijos e hijas.
Aunque el impacto del COVID19 en la infancia es muy pequeño, el miedo a contraerlo no es su mayor fuente de ansiedad -al menos no directamente-. Lo que mas les afecta son todas la medidas que se incluyen en esta llamada “nueva normalidad”, que estamos viviendo. Les ha cambiado su mundo. La pérdida de la rutina y la imposibilidad de socializar, pueden aumentar los sentimientos de ansiedad y angustia que están experimentando.
Como se ha podido comprobar en otras situaciones de catástrofe, guerra o emigración forzada, podemos encontrar síntomas de trastornos de conducta, de humor o ansiedad. En muchas ocasiones, estos niños y niñas necesitaron años de terapia tras la situación experimentada.
Añadido a esto, encontramos que son las poblaciones infantiles mas desfavorecidas quienes tendrán más probabilidades de desarrollar problemas de salud mental duraderos, como resultado de la pandemia de coronavirus. El aumento en la inseguridad laboral, alimentaria, o de vivienda, pueden empeorar considerablemente el impacto sobre los más pequeños.
¿Cómo podemos ayudar?
Como padres o madres, tenemos la posibilidad de disminuir el impacto de esta situación en nuestros hijos e hijas. Para hacerlo debemos tomar algunas decisiones que también nos afectarán positivamente a nosotros.
Cómo señala la psicóloga Jennifer Johnston-Jones: «Los efectos a largo plazo en la salud mental en los niños de la pandemia variarán. “La forma en qué elijamos ser padres y madres durante la pandemia determinará si nuestros niños y niñas salen de este trauma”.
Somos una guía y modelo y su mayor fuente de estabilidad. Solo siendo conscientes de nuestro importante papel, lograremos ayudarles -y ayudarnos-, a superar esta incierta coyuntura.
Soluciones
Centrarnos en lo positivo, en la gratitud y en la generosidad puede marcar la diferencia en el cuidado de su salud mental, ayudar con el sueño y aumentar el optimismo. Incluso en momentos de estrés y miedo como lo que estamos experimentando, una actitud activa y positiva puede suponer un verdadero cambio para toda la familia.
En ningún caso esto significa obviar lo complicado de la situación que estamos viviendo. Es todo lo contrario. Se trata de ver cómo podemos contribuir a que sea un poco más llevadera. Ver lo bueno nos ayuda salir de la indefensión que unas circunstancias como las que vivimos nos conduce, y potencia una mentalidad orientada a las soluciones en lugar de otra que se ahoga en los problemas.
Valida sus sentimientos
Apoyar a los niños durante la pandemia puede tomar muchas formas y ser diferente para cada familia, pero lo más importante que todos podemos hacer es ser proactivos al preguntarles cómo se sienten, escuchar cuando expresan sus sentimientos y validarlos.
¡Y tampoco escondamos los nuestros!. Reconoce que es un momento difícil y qué todos nos sentimos un poco asustados y ansiosos en este momento. Pero la familia lo está manejando juntos, como un equipo.
Los adolescentes y los preadolescentes saben ocultar mucho mejor sus sentimientos, por lo que tenemos que trabajar un poco más duro para romper su resistencia. No nos rindamos e intentemos ver un poco más allá de su aparente valentía o inconsciencia.
Hacer un plan
Hablar con nuestros hijos e hijas sobre cómo se sienten, dando un paso más allá, elaborando un plan común familiar que nos permita recuperar, poco a poco, el control sobre determinados aspectos de nuestra vida.
Es importante hablar sobre todas las formas en que podemos contribuir a mantenernos seguros nosotros y cómo ayudar a quienes nos rodean. Entender, para poder compartir, las medidas de protección que contribuyen a que no se expanda el coronavirus, es esencial para que este abordaje familiar conjunto funcione.
Fomentar la interacción social segura
Sin escuela por un largo período de tiempo y sin poder pasar tiempo con otros niños y niñas, es fundamental que seamos conscientes de la importancia de las interacciones sociales para el desarrollo personal. La comunicación online ha estado rellenando este hueco pero, no nos equivoquemos, no es suficiente.
Ayudar a los mas pequeños con juegos que minimicen la posibilidad de contagio y, con los mayores, asegurarnos que siguen las indicaciones de protección, es una tarea que padres y madres debemos convertir en una prioridad cotidiana.
En esto, nuestro papel como modelo es esencial. Especialmente en las edades más tempranas en las que estamos siendo permanentemente observados. En la preadolescencia y adolescencia, esto deja paso al diálogo y el debate. Nuestra paciencia puede ponerse a prueba, no cabe duda, pero debemos tener claro que está en nuestras manos no romper los puentes de comunicación con ellos.
¿Y después qué?
Una vez que hemos establecido una nueva normalidad y la amenaza inmediata de la pandemia pueda haber ha disminuido, no debemos dejar de seguir prestando atención a las emociones de nuestros hijos e hijas. Algunos signos de trauma, como ansiedad y miedo, trastornos del sueño y cambios en los hábitos alimenticios pueden indicarnos, si persisten en el tiempo, que podría ser necesario acudir a terapia psicológica.
Nuestros niños y niñas son resistentes y pueden salir de la pandemia de COVID-19, pero no debemos pensar qué lo pueden conseguir solos y que, eventualmente, puedan necesitar ayuda externa.