La Psicología de Albert Ellis
El psicólogo Albert Ellis, padre de la Terapia Racional Emotiva, es quien propone que las personas no se alteran por los acontecimientos en sí, sino por la manera de interpretarlos y valorarlos, además de las creencias que se forman al respecto. Afirmaba que, en base a la identificación (cognición) de pensamientos (creencias) irracionales, y su posterior análisis racional, podemos cambiar ciertas conductas y hábitos inadecuados.
Ellis estableció 12 ideas o creencias irracionales, que les presento a continuación.
Es muy necesario que todo el mundo me aprecie, apruebe lo que hago y me trate con simpatía
Pretender ser aprobado por todos es una meta inalcanzable. Si se busca de forma compulsiva la aprobación, se generará una preocupación infundada además de un gasto innecesario de energía.
Es imposible que uno caiga siempre simpático o agradable a todos. Al intentarlo, podemos estar renunciando a nuestros propios principios, deseos y necesidades, con el riesgo de incurrir en dependencia. Esta incertidumbre de no conseguir la aprobación de los demás puede generar un comportamiento inseguro y molesto.
Para considerarme valioso debo ser muy competente, suficiente y eficaz en todos los aspectos posibles
Ningún ser humano puede ser totalmente competente en todos los aspectos de la vida. Intentar tener éxito está bien, pero el exigírselo a cualquier precio, es paradójicamente, la mejor manera de sentirse incompetente e incapaz, además de poder acarrear estrés y ansiedad.
Esta contínua comparación con otros, nos hace sentir invariablemente inferiores y nos distrae de nuestro auténtico objetivo de ser más feliz en la vida. La insistente preocupación por el éxito acarrea el miedo al fracaso y a cometer errores, con lo que es fácil generar un aversión por el trabajo y una tendencia al fracaso real en éste.
Existe una única solución precisa, correcta y justa para los problemas humanos, y si no encuentro esta solución perfecta será una catástrofe
No existe ni seguridad, ni perfección ni verdad absoluta en el mundo. La búsqueda de seguridad sólo genera ansiedad y expectativas falsas. Los desastres que imaginamos si no conseguimos una solución correcta a nuestros problemas. De hecho, no tienen una existencia objetiva sino que son creados en nuestra mente, pudiendo darse un fenómeno de profecía autocumplida que provoque, que en la medida en que nos lo creamos, terminará ocurriendo.
De hecho, el perfeccionismo induce a resolver los problemas de forma mucho menos competente, que si no lo fuéramos.
La desgracia humana se origina invariablemente por causas externas a mí, se me impone por gente y eventos extraños de mala suerte. Tengo muy poca capacidad, o ninguna, de controlar mis emociones, penas y tribulaciones.
Los ataques verbales de los demás nos afectarán sólo en la medida en que con nuestras valoraciones e interpretaciones les hagamos caso. La frase «me duele que mis amigos no me hagan caso» esta mal expresada, ya que lo que nos duele es el valor que le damos a esta circunstancia.
Aunque la mayoría de la gente cree que las emociones negativas no se pueden cambiar y simplemente hay que sufrirlas, la experiencia demuestra que poseemos un control real sobre nuestras emociones destructivas y por tanto es factible el poder cambiarlas.
Cierta clase de gente es vil, malvada e infame, y deben ser seriamente culpabilizados y castigados por su maldad
La realidad es que la mayoría de las personas que actúan mal, no son conscientes de las consecuencias de sus comportamientos, para con los demás y para sí mismas.
El castigar o culpabilizar severamente al que comete errores normalmente le conduce a seguir cometiéndolos, por el contrario una actitud más tolerante, racional y compasiva, a la hora de considerar sus errores favorece más el cambio. Culpabilizarse genera depresión, angustia o ansiedad, así como el culpabilizar a los demás generan rabia y hostilidad, y no conduce a otra cosa que al conflicto personal o social.
Por mucho que nos disgustemos por la conducta de los demás, esto no la cambiará. Hemos de aceptar que no tenemos el poder de cambiar a los demás. Y si acaso lo conseguimos, habremos pagado un alto precio con nuestras preocupaciones y desvelos. Mejor buscar otras formas menos destructivas de intentar, sin alterarnos, que los demás corrijan sus errores.
Me debo sentir muy preocupado por los problemas y de los demás, y hacer algo para cambiarlo
Los problemas de los demás muchas veces nada o poco tienen que ver con nosotros y no hay ninguna razón por la que debamos estar preocupados. A veces, involucrarnos, se usa como una excusa sutil para no afrontar nuestros propios problemas.
Es terrible y catastrófico que las cosas no salgan como quiero
Cuando las cosas no nos salen como quisiéramos, está bien luchar por cambiarlas, pero cuando esto es imposible, lo más sano es aceptar las cosas como son. Estar abatidos por las circunstancias no nos ayudará a mejorarlas, y sí es posible, que de esta forma, las empeoremos.
Aunque nos veamos frustrados o privados de algo que deseamos, el sentirnos muy desdichados, es muchas veces consecuencia de considerar erróneamente nuestro deseo como una necesidad fundamental.
Si algo puede ser peligroso o temible, nos pone terriblemente inquietos y nerviosos y nos hace pensar constantemente en la posibilidad de que ocurra una desgracia
Si estamos muy preocupados por algo que conlleva un riesgo, este mismo nerviosismo nos puede impedir, ver el cariz real del asunto. La ansiedad ante la posibilidad de que un peligro ocurra, impide afrontarlo con eficacia cuando realmente acontece.
Preocuparse mucho de que algo suceda no solo no evita que ocurra, sino que a menudo contribuye a su aparición. Inquietarnos por una situación peligrosa nos lleva a exagerar las posibilidades que ocurra, aunque esto sea muy improbable.
La mayoría de lo que tememos es mucho menos catastróficos cuando ocurre de verdad. Pero la ansiedad o el miedo de que sobrevengan, sí constituye algo incluso más doloroso que la propia situación temida.
Necesito de alguien o algo más fuerte que yo que me apoye y proteja
Aunque es normal el tener un cierto grado de dependencia de los demás, no hemos de llegar al punto de que los demás elijan o piensen por nosotros. Cuanto más se depende de otros, menos elegimos por nosotros mismos.
Cuanto más se dejan las decisiones en manos de los demás, menos oportunidad tenemos de aprender. Actuando así se genera más dependencia, inseguridad y pérdida de autoestima.
Es más fácil eludir que enfrentar las dificultades y afrontar las responsabilidades en la vida.
Aunque a veces resulta cómodo abandonar determinadas actividades por considerarlas desagradables, esto trae puede traer consecuencias negativas si se convierte en una costumbre.
En ocasiones el proceso de tomar la decisión de no hacer algo que se considera difícil, puede conllevar más sufrimiento que el hacer la actividad desagradable. La confianza en uno mismo sólo proviene de hacer actividades y no de evitarlas. Si evitamos, puede que tengamos una existencia aparentemente más fácil, pero en realidad, estamos aumentando nuestra inseguridad y desconfianza personal.
La felicidad puede lograrse a través de la inercia y la inactividad
Nada cae del cielo, es necesario realizar esfuerzos para conseguir aquello que queremos. Es necesario practicar y practicar, antes que desear conseguir el éxito gratuito.
Aunque mucha gente supone que una vida fácil es algo apetecible, la experiencia demuestra que la felicidad del ser humano, es mayor cuando está comprometido en un objetivo difícil y a largo plazo.
El pasado de uno es un factor determinante de la conducta actual, algo que le ocurrió alguna vez y le conmocionó debe seguir afectándole indefinidamente
Aunque hayamos tenido que sufrir los condicionamientos de nuestro pasado, esto no tiene porque marcar nuestro presente y futuro.
Cuanto mas influenciado se está por el pasado, más se utilizan soluciones a los problemas que fueron usadas entonces pero que hoy pueden ser ineficaces, y por tanto se pierde la oportunidad de encontrar soluciones actuales y más útiles.
El pasado puede utilizarse de excusa para evitar enfrentarse a los cambios en el presente y de esa manera no realizar el esfuerzo personal requerido.
Se exagera la importancia del pasado, en vez de decir «por mi pasado me resulta difícil cambiar», se dice «por mi pasado me resulta imposible cambiar».
Ellis, posteriormente, y con afán simplificador resumió en tres, según el objeto a quien estaba dirigidas:
Hacia uno mismo: “tengo que hacer las cosas bien siempre, para que me quieran los demás“.
Hacia los demás: “las personas deben estimarme y siempre ser agradables conmigo. Me lo merezco”.
Hacia la vida: “las personas consiguen lo que se proponen, siempre y cuando trabajen para ello. Quien no consigue todo lo que se proponga es porque no se esforzó“.
Excelente articulo muchas gracias!!
Hola. Interesante lectura, como siempre.
Pero me surge una duda:una vez que tenemos conocimiento de la existencia de estas «ideas irracionales», ¿ Cómo erradicarlas, o minimizar su efecto en nuestro días a día?
Gracias por su atención.
Hola Rosa
En el propio texto puedes encontrar algunas ideas. En cualquier caso, dado el éxito de este post, haré uno (o varios)
específico sobre como manejar las ideas irracionales.