Con una hábil manipulación de la prensa, pueden hacer que la víctima parezca un criminal y el criminal, la víctima.
Malcolm X

No se asusten. No les voy a proponer un relato de ciencia ficción, avistamiento de ovnis o cualquier otra conspiranoia. Vamos a hablar hoy del exceso de información o, más bien, de la intensidad y frecuencia con que recibimos un mismo tipo de información.

No se si les ocurre lo mismo que me pasa a mí. Tengo la sensación de recibir siempre el mismo tipo de noticias -y no hablo de algoritmos, que ya les dedicaremos un post detallado un día de éstos-, sino de la dificultad que encuentro para recibir informaciones que se salgan de un aparente foco. Guerras comerciales, políticos vociferantes, nuevas crisis económicas y, catástrofes -muchas-. 

Además de la dificultad para recibir un abanico mucho más amplio de lo que es la vida real en el mundo que nos rodea parece, o al menos eso es lo que me parece a mi, que todo está orientado a hacernos ver que estamos continuamente al borde de algún tipo de crisis que nos puede sobrevenir en cualquier momento. Y, que tenemos una suerte fabulosa, de que las tragedias que les ocurren a nuestros vecinos no nos pasen a nosotros.

¿Manipulación? no lo sé, ¿premeditado? tampoco sabría decir. Pero lo que si parece evidente que el desarrollo de un punto de vista individual, crítico y constructivo con nuestra vida y nuestro mundo se antoja cada vez más complejo.

Bajo una aparente posibilidad de elección múltiple y libre, se consigue que quien recibe este en un estado de aturdimiento continúo. Ya lo explicaba B. Schwartz cuando, en su libro La Paradoja de la Elección, nos advertía de nuestra limitada capacidad de discernir entre un determinado número de opciones. Algo que, sin duda, limita nuestra aparente libertad.

¿Cómo podemos cambiarlo y cultivar una opinión propia alejada de consignas y bulos? No es fácil, desde luego. Pero, sin duda, el primer paso es estructurar la forma en que accedemos a la información. Usando la semejanza de las pestañas de nuestro navegador, no abrir más de dos o tres a la vez, guardar lo que nos interesa para poderlo examinar más tarde, y pasar al siguiente tema. Evitar “saltar” de un tema a otro siguiendo sugerencias o llamamientos consiguiendo que lo que recibamos este controlado por nosotros. 

¿Difícil? Puede ser. Pero les propongo que comiencen planteándose que es lo que realmente les interesa, que es importante para ustedes, y dedicarle su tiempo y esfuerzo a ello. Evitando distracciones o provocaciones que les sacarán del camino.

En definitiva, mirar un poco más allá de lo que nos proponen, deteniéndonos, pensando, cambiando el rumbo, eligiendo conscientemente …

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