«Muy pocas personas eran nazis en verdad» dijo, «pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera. Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración y los Aliados destruyeron mis fábricas”. El silencio se paga.
En estos momentos prácticamente el Oriente está en guerra, pero se nos dice que la gran mayoría de los musulmanes sólo quieren vivir en paz. Ellos, pero también nosotros, somos la “mayoría silenciosa”. La realidad es que los fanáticos dominan el Islam, tanto en este momento como en la historia. El hecho cuantificable y duro es que la mayoría pacífica, la «mayoría silenciosa» es intimidada e imperceptible.
El hecho del silencio de la mayoría silenciosa se ha repetido en varias ocasiones a lo largo de los últimos cien años: La revolución rusa y sus consecuencias. Lo mismo se puede decir de la evolución china. Y, ¿quién puede olvidar Ruanda, que se derrumbó en una carnicería? ¿Qué hizo la mayoría silenciosa para evitarlo?
Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y contundentes. Sin embargo, a pesar de todos nuestros poderes de la razón, muchas veces perdemos el más básico y sencillo de los puntos: Los musulmanes amantes de la paz se han hecho irrelevantes por su silencio. En cuanto a nosotros, que somos espectadores ante los eventos en desarrollo, debemos prestar atención pues a la vuelta puede estar una amenaza a nuestra forma de vida.
Mi corazón con Paris, y con todo@s aquell@s que sufren la barbarie de la sinrazón fanática.