Es indudable que ser autocrítico o cuestionar aquellas situaciones o premisas que nos presentan como certezas incrementa nuestra capacidad de elección y nos hace aprender. Sin embargo, en ocasiones, dudar, es algo que adquiere un tinte que nos inhabilita para tomar decisiones o avanzar.
Si esto ocurre cuando nos vamos a comprar un bolso o unos zapatos, no deja de ser un engorro, pero no tiene mayor importancia. Pero, cuando lo que nos ocurre es que somos incapaces de elegir una opción en algo más complejo como puede ser un examen o cualquier otra cuestión de mayor envergadura, dudar por sistema, puede ser un auténtico obstáculo.
Un poco de pensamiento crítico es sin duda bueno, pero dilatar nuestras decisiones continuamente, introduciéndonos en una espiral de cuestionamiento continuo puede, literalmente, parar nuestra vida.
El problema es que nunca podremos saber con certeza cual es el resultado de nuestras decisiones, así es la naturaleza de la vida. Si no asumimos riesgos, aunque sean pequeños no conseguiremos llegar a ningún lado. En algún momento, tras una pequeña evaluación de los pros y los contras, deberemos decidirnos.