Quien está muy ocupado rara vez cambia de opinión
Friedrich Nietzsche

En algún momento, y durante nuestra jornada laboral, todos estamos corriendo de un lado a otro, o tenemos nuestra mesa llena de trabajo al mismo tiempo que tratamos de responder al teléfono fijo mientras respondemos un whatsapp. No somos conscientes que, desde fuera, parece que nos ha poseído algún tipo de espíritu maligno. Es una situación que, de continuar permanentemente, nos puede llevar literalmente al colapso por un ataque de stress.

Las causas de este tipo de conducta vienen generalmente provocadas por dos razones principales: la organización (o su falta) o la sobrecarga de tareas.

La primera de ellas, requiere de un ejercicio continuo de disciplina que consiga que nuestro trabajo se desarrolle estructuradamente. Si no es así, perderemos el control sobre los tiempos e, inevitablemente, nos meteremos en una espiral como la que hemos comentado. Una propuesta práctica es, en la medida de lo posible, asignar tiempos a las tareas que tenemos que hacer. Leer nuestro correo electrónico a unas determinadas horas, hacer una lista de las llamadas a realizar … Puede que no todas sean susceptibles de ser abordadas de esa manera, pero seguro que si lo intentamos con algunas, conseguiremos incorporar poco a poco casi todas las que realizamos durante nuestra jornada laboral. Y, esta forma de proceder, además, nos ayudará a conocer de verdad cual es nuestra carga de trabajo y así ser conscientes de que podemos o no abordar.

Un tercer aspecto muy importante a tener en cuenta es el efecto que esta conducta de estar corriendo de un lado a otro, puede tener sobre nuestro equipo de trabajo. En un artículo publicado en The Wall Street Journal, se recogen algunos de ellos:

Aunque podríamos decir que estas reacciones no dependen de nosotros, lo cierto es que la implicación que pueden tener en el desempeño saludable de nuestro trabajo puede ser determinante. Y además no pueden servir para comprobar hasta que punto estamos trabajando en equipo

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