Quizás te dé igual lo que piensen extraños que ni te van ni te vienen. Pero puede que sí te siente mal que te juzguen, que no se tomen tiempo para escucharte y comprenderte. Ésa es la razón principal para decidir no emitir juicios precipitados sobre otras personas: a nadie nos gusta que nos juzguen alegremente.
Si necesitas más razones te proponemos estas.
Todos somos diferentes
Yo no puedo juzgarte a ti según mis valores, mis prioridades o mis gustos personales, porque tú eres una persona distinta y, por tanto, tienes tu propia forma de pensar y de actuar. Nadie es perfecto
No conoces
No puedo juzgar sin conocer y, menos todavía, sin hacer el intento siquiera de entender las razones del comportamiento de alguien. No sé nada de la historia de la otra persona, de sus necesidades, de las circunstancias que le hacen actuar así. Las apariencias engañan
Quien juzga se define a sí mismo
La gente puede dar valor a mi opinión o no dársela. Pero es sólo eso: una opinión.
Te defines con tus actos. Cuando criticas, habla de ti, no de la otra persona.