La felicidad no es algo que venga preparado
Viene de tus acciones.
Dalai Lama

Es una de las frases favoritas de los libros de autoayuda. Quiérete a ti mismo. No te preocupes. Sé feliz. De acuerdo. Pero, ¿cómo se hace eso? Si fuera tan sencillo como elegirlo, ¿no estaríamos todos haciéndolo? Me temo que no. No es así de fácil.
Quedarse esperando a que nuestra elección simplemente se materialice no parece ser muy útil. La felicidad y el amor propio no son sólo opciones, provienen de la acción. La pregunta lógica que nos estaremos haciendo es: ¿Qué acciones?

2950728275_1_3Pensamientos
Ser conscientes de nuestro dialogo interior, de como nos dirigimos a nosotros mismos, de cuales son nuestros sistemas de creencias es uno de las primeros pasos. Muchos de nuestros pensamientos funcionan subconscientemente, de forma automática. Y en algunas ocasiones no son precisamente positivos. Es como si estuviésemos poniéndonos la zancadilla sin saberlo. Es conveniente que, de vez en cuando, paremos para “chequear” qué nos estamos diciendo y corregirlo si no nos gusta.
Si cuestionamos estos automatismos inconscientes, los sacamos a la luz y así podremos cambiar un “no soy capaz de hacer esto” por un “voy a intentarlo”. De esta forma iremos modificando este auto-diálogo negativo y hacerlo constructivo.

Sentimientos
Asimismo, para sentirnos queridos, tenemos que entender nuestros sentimientos con compasión. Vivimos en una cultura que celebra los sentimientos agradables pero no nos enseña a manejar los que no lo son. La tristeza, el enfado o el miedo, son emociones normales que forman parte de nosotros y que, en muchos casos, nos ayudan a interpretar nuestra vida.
Cuanto antes comprendamos esto, más sencillo nos resultará aceptar todas nuestras facetas emocionales y tener una vida plena.

Acciones
Por último, podemos ponernos frente al espejo y decirnos lo maravillosos o maravillosas que somos, pero al menos que pongamos algo de empeño en sustentar estas afirmaciones con hechos, no conseguiremos engañarnos durante mucho tiempo. Es como si no dejásemos de repetir a nuestra pareja lo mucho que le queremos y no le dedicásemos el tiempo y la atención que confirme lo que decimos.

Lo mismo ocurre con nosotros mismos. Si te quieres, esfuérzate por demostrártelo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *