El que conoce poco, lo repite a menudo. Thomas Fuller
Phillip K. Dick
Repetir mucho lo mismo no hace que sea verdad. Tampoco lo hace repartir entre muchas personas el mismo “paquete” de respuestas estereotipadas para responder a diferentes preguntas. Pero, de un tiempo a esta parte, es lo que nos ofrecen la mayoría de nuestros responsables políticos. Un argumentario prefabricado con el que se responde -o no- a lo que pueda ser más o menos relevante para quienes preguntan.
Desde un punto de vista psicológico, el impacto que esto supone para el receptor del mensaje es de hastío. Ver como, por encima de toda lógica, personas del mismo partido político responden lo mismo -exactamente-, transmite una enorme inseguridad. No lo recibimos como un mensaje coherente, puesto que es un mero recitado de algo que se distribuye entre quienes son susceptibles de ser preguntados. Consigue que quien lo hace se desacredite como un sujeto pensante. Y lo que es peor, logra que quienes lo leemos o lo escuchamos, perdamos la confianza en él o en ella.
Hace tiempo que soy consciente que el desarrollo de una mente crítica no es el objetivo de la educación. Tampoco parece serlo de la información (con honrosas excepciones). Sin embargo he de compartir con ustedes, que quien le escribe sigue creyendo que es la única forma de avanzar como seres humanos o sociedad.
Si no lo hacemos corremos el peligro de olvidar incluso nuestra condición de tales y nuestra pertenencia a una especie. Levantar la voz de la discrepancia, razonada, informada y formada, es un ejercicio de salud mental que deberíamos proponernos a diario.
Eso sí, sin ego, sin juicios y con compasión.
Curiosamente me acorde de la pelicula ‘el paquete’ que nada tiene que ver con el articulo
Algo que tengo que aprender, es a discrepar con conocimiento, e informacion , sin mi ego de ganar o tener la razon,,, con compassion,, comprencion ,,y con respeto