La adolescencia no es una enfermedad.Tampoco es un delito. Es una etapa de la vida que puede ser molesta … para los demás

Nuestro reto consiste en entender esta etapa, para aprender como educarla, apreciando sus cambios y aceptándolos. No se trata de prohibir. Se trata de conocer para saber como y donde es posible y podemos establecer límites. Para ello debemos entender algunos hechos y circunstancias que acompañan a la adolescencia, para sabe ¿Desde dónde estamos viendo a nuestra adolescencia?

Riesgos

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Todos los adolescentes asumen riesgos estúpidos. Si un día mirasen atrás se preguntarían porque lo hicieron. Son varios los estudios que encuentran que no es que los adolescentes no estén pensando en lo que pueda ocurrir, es porque piensan bastante más en ello, que lo que hacen los adultos.

Si es cierto: esto puede parecer ilógico. Pero piensen un momento: si ves un trozo de tarta de chocolate, y estás a dieta ¿como es más fácil que termines comiendo? ¿si lo miras y sigues adelante o si te quedas pensando si puedes comértela?.

Lo mismo ocurre con el cerebro adolescente. Nuestro cerebro tarda mucho más en formarse de lo que pensábamos. De hecho, en los adolescentes el lóbulo frontal, (donde tomamos decisiones) no está tan conectado al resto del cerebro como más adelante en la vida.

Esto significa, literalmente que los adolescentes no pueden tomar una decisión tan rápido, como los adultos. De hecho tardan una media de 170 ms más en valorar las consecuencias de la decisión, lo que puede terminar consiguiendo que decidan que el riesgo vale la pena.

Presión de grupo

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Si además le añadimos amigos y amigas a la mezcla, este efecto se multiplica..

Los adultos nos preguntamos porque nuestros adolescentes son tan influenciables. Esto también tiene que ver con la madurez cerebral. También son varios los estudios que utilizando técnicas de resonancia magnética, comprobaron como los cerebros adolescentes reaccionan de una forma totalmente diferente en presencia de sus amistades, a lo que lo hacen en ausencia de las mismas, o en presencia de sus padres y madres… Eran mucho más propensos a asumir riesgos en presencia de sus amigos que a solas.

Se observaba como la actividad de los centros de recompensa del cerebro se incrementaba cuando estaban en grupo. Esto quiere decir que los adolescentes además de emplear más tiempo para decidir qué decisión tomar, también están luchando contra la intensa motivación interna que les lleva a hacer cosas que les hacen sentir bien.
A medida que el cerebro se desarrolla en la edad adulta, sin embargo, esta conexión parece terminar y no sentimos aparentemente ningún placer en complacer al grupo.

Concentración

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Mientras los adolescentes pueden parecer más adultos que niños, para un neurocientífico su cerebro es precisamente lo contrario.Y es esto en parte lo que explica que nos parezca que los adolescentes vuelvan actuar como niños alrededor de los 14. Mientras sus cuerpos están creciendo, su cerebro se está reorganizando de forma que temporalmente actúan de la misma manera cuando eran jóvenes.

Cuando se observa cómo funcionan los cerebros adolescentes durante las distracciones, en una determinada tarea asignada, se encuentra mucha más actividad en el lóbulo frontal que en el cerebro adulto. Los adolescentes tienen mucho más materia gris activa, algo que decrece a medida que se hacen mayores.

Esto significa que su cerebro está realmente procesando todo lo que pasa alrededor. Y literalmente se sobrecarga. A medida que nos vamos haciendo mayores nuestra capacidad de abstraernos de lo que nos rodea, para concentrarnos en lo que nos interesa, se incrementa.

Para aquellos que todavía están en sus 20 años y se sienten igual de distraídos, decirles qué está reorganización del caos cerebral no se asienta totalmente hasta los 30 y pocos.

Emociones

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En muchas ocasiones, puede parecer que a los adolescentes no les importan los sentimientos de los demás, o que sus emociones se disparan por cualquier cosa. Esto no es porque sean los reyes o reinas del drama.

De hecho los estudios neuro lingüísticos han mostrado que los adolescentes lo pasan realmente mal y tienen serias dificultades interpretando las inflexiones vocales y las expresiones faciales. Mucho más que los adultos. Esto, en parte puede explicar sus reacciones racionales a situaciones emocionales.

Los estudios de MRI, en estas situaciones muestran que los adultos y los adolescentes utilizan áreas diferentes de su cerebro para decidir cuál es la emoción que otra persona puede estar sintiendo. Los adolescentes utilizan la amígdala que controla las emociones, mientras que la parte más activa del cerebro adulto era aquella que controla la lógica y la razón.

Esto significa que si estás expresando una emoción, por ejemplo desilusión, tienes un 50% de opciones que el cerebro adolescente lo interprete como una emoción diferente, como puede ser el enfado.
Esto puede llevarles a reaccionar irracionalmente basándose en este juicio equivocado.

… con lo list@ que era

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Muchos padres y madres se preguntan frecuentemente que ocurrió con ese niño brillante que era su hij@.¿Como alguien que tenía buenas notas, pasó a suspender o aprobar de forma raspada?

De nuevo, los cambios en el cerebro son los culpables. Nuestra inteligencia cambia a lo largo de nuestra vida. Y puede fluctuar enormemente en la adolescencia. Toda la materia gris extra de la que hemos estado hablando empieza morir a medida que crecemos.

Cuando somos jóvenes, esta materia gris tiene un montón de sinapsis extra que ayudan al cerebro a almacenar y procesar la información. Pero a medida que crecemos nuestro cerebro comienza a recortar todo aquello que sobra y que no se utiliza.

Los científicos creían que esto es solo de corría cuando éramos niños pero parece que ocurre principalmente en la adolescencia. Esto tiene sentido biológicamente ¿por qué iba el cerebro a gastar energía recordando cosas que no son necesarias para nuestro día día?

Esta es una de las razones por las cuales l@s niñ@s pueden aprender una segunda lengua mucho más rápido que los adultos.

Tiene muchas más sinapsis para almacenar esta información. Y si continúan hablando ese segundo idioma a menudo, lo recordarán el resto de sus vidas. Pero si hay algo en lo que no se concentran a menudo, como las matemáticas, comienzan a olvidarla.

Es como si el cerebro estuviese borrando información.
Haciendo espacio en su disco duro.

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