Escuchar con empatía no es un mero gesto amable: es una habilidad fundamental para fortalecer vínculos, favorecer el bienestar emocional y crear espacios seguros. En un entorno donde muchos hablan, pocos saben realmente escuchar. Pero escuchar con empatía implica algo más profundo, implica estar presente, comprender sin juzgar y acompañar emocionalmente a quien se abre.
Un dato reciente aporta perspectiva: según el noveno «Informe anual sobre la empatía en el entorno laboral» (2024) de Businessolver, el 55 % de los directores ejecutivos y el 50 % de los trabajadores han atravesado problemas de salud mental en el último año, con niveles especialmente altos en la generación Z (65 %). A pesar de esta demanda creciente de empatía, muchas organizaciones aún no saben cómo ejecutarla de forma significativa.
En este contexto, escuchar con empatía se convierte en un acto transformador, no basta con sentir compasión, es necesario conectar activamente, reconocer las emociones y responder con presencia genuina. En el blog de hoy, explicaremos cómo hacerlo, por qué importa y qué pasos puedes dar desde ya para integrar esta forma de escucha en tu vida cotidiana.
¿Qué significa escuchar con empatía?
Escuchar con empatía va más allá de prestar atención a las palabras. Es una actitud que implica ponerse en el lugar del otro, conectar con lo que siente y ofrecerle un espacio seguro donde pueda expresarse sin miedo a ser juzgado.
Más allá de las palabras
Quien practica la escucha empática desarrolla una sensibilidad especial para «leer» a los demás. Detecta matices emocionales en la expresión facial, el tono de voz, la postura y los silencios. Esta capacidad no es exclusiva de unos pocos; todos podemos entrenarla.
Obstáculos comunes que impiden escuchar con empatía
En la vida cotidiana, hay múltiples factores que dificultan una escucha empática real. Algunos de los más habituales son:
- Pensar más en lo que vamos a decir que en lo que el otro está diciendo.
- Distraernos con el entorno o con nuestros pensamientos.
- Juzgar las emociones del otro o querer «arreglarlas» rápidamente.
- Interrumpir o desviar la atención hacia nuestras propias experiencias.
- Dar consejos no solicitados, como si tuviésemos la solución a todo.
- Restar importancia a lo que siente el otro (“eso no es para tanto”).
Claves para desarrollar la capacidad de escuchar con empatía
Desarrollar la habilidad de escuchar con empatía requiere práctica consciente. Aquí te comparto algunas claves efectivas:
No distraerse: la curva de la atención se inicia siempre en un punto muy alto, para descender y volver a subir hacia el final del mensaje. Hay que intentar mantener una atención regular para que nuestra atención no decaiga.
No juzgar al otro: cuando respondemos al otro con un juicio tras su mensaje, la comunicación se suele cerrar. De esta forma disminuyen las probabilidades de que nos vuelva a contar algo con total sinceridad.
No infravalorar: no debemos minusvalorar las emociones del otro (“no te preocupes que eso no es nada”), lo cual puede generar un rechazo.
No contraargumentar: no es una competición entre ambos, debemos dejarle expresarse. Si él se siente triste y nos lo está contando, no debemos responderle “yo yo también” o “pues yo más”.
No hay que darle la razón en todo: el darle la razón en todo puede conducir a que considere que tenemos poca credibilidad y que se planteé volver a sincerarse con nosotros.
No hay que interrumpir: con ello desviamos su atención. Solo debemos interrumpir con frases o preguntas cortas cuando precisamos que nos aclare algo o nos dé más información. La atención siempre debe ser del que habla.
No dar soluciones prematuras: en ocasiones las personas no quieren que les des la solución, solamente quieren a alguien que les escuche. Y escucharles ya les proporciona una buena ayuda. Si quieren más ayuda es muy probable que la pidan explícitamente.
No contar nuestra historia: cuando el otro necesita hablarnos, quiere que le escuchemos, no que le contemos nuestras cosas.
Hay que evitar el síndrome del experto: no tenemos que dar respuestas a los problemas de la otra persona, incluso antes de que nos los haya contado.
En un mundo donde muchos hablan, pero pocos escuchan, escuchar con empatía se convierte en un acto profundamente humano. No se trata de tener las respuestas, sino de estar ahí, presentes, disponibles y abiertos. Practicar esta forma de escuchar no solo mejora nuestras relaciones: nos transforma como personas.
Si sientes que te cuesta conectar con los demás, que no sabes cómo acompañar emocionalmente a quienes te rodean, o simplemente deseas mejorar tu comunicación y relaciones, una consulta psicológica puede ayudarte a desarrollar esta habilidad desde la práctica y la autoconciencia.
Agenda tu cita y empieza a construir relaciones más auténticas y empáticas desde hoy mismo.








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En las escuelas o colegios y a nivel superior universitario debiera promoverse e incentivarse el comportamiento empático. Actualmente pasa inadvertido e indiferente.
quisiera que programen charlas, seminarios o evenos sobre empatia