En un país con medios de comunicación más o menos adheridos a una determinada opción ideológica u otra, resultaría muy relevante analizar hasta que punto la influencia de los mismos sobre los ciudadanos condiciona su interés por la política. Y su opinión acerca de ella.
Recientemente hemos leído que la mayoría de los españoles asocian política y corrupción. A los medios de comunicación les encanta poner toda la información a disposición del público, y eso puede estar creando más confusión que opinión. Una práctica común del periodismo, y no solo en nuestro país, puede estar ocasionando que la sociedad se distancie cada vez más de la política. No manifestar claramente cuando algo no es verdad, por miedo a que algo verdadero se clasifique como falso, genera mucho más perjuicio que beneficio, o al menos eso es lo que sugieren dos estudios llevadas a cabo recientemente.
El primer estudio, realizado en la Universidad de Kent, encuentra que la continua exposición a teorías conspirativas puede conducir a las personas a sentirse aislados y desinteresados de los procesos políticos.
A los participantes se les expuso a una serie de hipótesis que sugerían la implicación del gobierno inglés en la muerte de la Princesa Diana. Los resultados confirmaron que la exposición a la información que apoyaba las teorías conspirativas reducía la intención de los participantes de participar en política en comparación con los participantes que recibieron información contrastada, que refutaba las mencionadas teorías. Este efecto estaba mediatizado por una intensa sensación de alejamiento y desinterés por la dinámica política.
Un segundo experimento apoyaba estos hallazgos y mostraba, además, como la información falsa puede influenciar la conducta que está relacionada específicamente con dicha información.
A los participantes se les expuso a teorías conspirativas respecto al cambio climático. Los resultados mostraron claramente que la exposición a las mencionadas teorías reducía la conciencia ecológica de los que la recibían en comparación con los participantes a los que se les presentaba información que refutaba dichas conspiraciones. El efecto estaba condicionado por una sensación de indefensión, incertidumbre y desilusión respecto al cambio climático. Estas teorías también influenciaban la incredulidad e intenciones políticas.
Estos hallazgos sugieren que las teorías conspirativas pueden tener serias consecuencias sociales y muestran la necesidad de más investigación sobre la psicología de la conspiración.
Los resultados de estas investigaciones no significa que los medios de comunicación deban decantarse siempre por un lado u otro, sino que la exposición de información cuestionable, sin expresar las dudas adecuadas puede tener un impacto claramente perjudicial.
Algo que los periodistas deben considerar es la forma en que se forma la opinión de la mayoría de las personas. Suponen que el público esta permanentemente pendiente de la información que proporcionan y, que de esta forma, siguen el desarrollo de la información.
Sin embargo, y como corrobora el segundo estudio, realizado por B. Nyhan, J. Reifler y P. Ubel, la secuencia informativa no parece siempre lo más relevante. A pesar de recibir información actualizada más precisa, no significa que reemplacemos la información inexacta previa. Desafortunadamente, no siempre construimos nuestra opinión siguiendo el curso de las noticias. Lo hacemos considerando la cobertura que reciben, y sobre esto determinamos su importancia o verosimilitud.