En este mundo que nos ha tocado vivir nos gusta tener la razón porque sentimos que le da sentido a nuestra vida. De hecho, algunos psicólogos consideran esto como una motivación básica. Buscamos la información que confirme nuestra visión del mundo e ignoramos aquello que no lo hace.
Una de las formas en que lo hacemos es tratando de encontrar la evidencia de que lo que pensamos es como creemos. Y es así porque resulta más sencillo ver las piezas que encajan en nuestro puzzle que imaginar otra posibilidad. También consigue reforzar nuestra propia imagen. Somos personas precisas, coherentes y consistentes.
Desde la psicología denominamos a este fenómeno sesgo de confirmación y está presente en muchas áreas de nuestra vida. En un estudio realizado en la Universidad de Texas, se encontró que buscamos la información que confirme nuestra propia visión de nosotros mismos, ¡aunque sean negativa! Y no parece que esto ocurra únicamente con personas con baja autoestima. Incluso aquellos con un alto concepto de si mismos, buscaban información que confirmase aquello con lo que no estaban conformes de su propio carácter o forma de ser.
En otro estudio, también llevado a cabo en Texas, en esta ocasión en su Departamento de Economía, nos muestra unos curiosos resultados, corroborando el sesgo de confirmación en un entorno en el que todos pensamos que el riesgo o la especulación es la regla.
Los inversores con una mayor tendencia a buscar opciones que confirmasen sus predicciones eran los más confiados en su criterio y ¡los que hacían menos dinero!. Pareciera como si fuese más importante tener razón que la posibilidad de ganar más.
La política es el perfecto campo abonado de este fenómeno. En política vemos lo que confirma aquello que pensamos, y obviamos lo que no.
No hace falta sino ver cualquier programa de debate en televisión. Veremos que ante una misma noticia, según sea la orientación política del personaje, se utilizará en un sentido u otro, obviando cualquier dato objetivo.
A lo largo de los años el sesgo de confirmación se ha convertido en la fuente de muchas de las creencias más absurdas presentes en nuestro día a día.
Lo que opinamos de otras razas o nacionalidades, acerca de los fenómenos paranormales o la medicina alternativa y muchos otros ejemplos son confirmados continuamente con sesgo.
Si queremos ver un fantasma, lo veremos.
¿Cómo podemos combatir este fenómeno? Es sencillo, pero duro. Simplemente deberíamos buscar alternativas a lo que pensamos y desarrollar un pensamiento crítico. Y eso exige un esfuerzo importante.
Leer un libro de un político que no nos gusta, escuchar una emisora de radio que no oímos nunca, oír música que no es la habitual … es una magnífica forma de comenzar con nuestro cambio. Una salida controlada de nuestra zona de confort que nos permita ver la vidas de otra perspectiva, enriqueciéndola.