Los resultados de los cambios políticos rara vez son aquellos que sus amigos esperan o que sus enemigos temen
Thomas H. Huxley
Es posible que pienses que votarás libremente. ¿Tu crees?
Además del “voto cautivo” o cualquier otra referencia geo-política-estratégica o demás, lo cierto es que, cuando vamos a votar, lo hacemos condicionados por algunos sesgos que pueden confundir nuestra libre capacidad de decidir. ¡Por si no tuviésemos suficiente con nuestras propias y ajenas emociones, o sentimientos de pertenencias varios!
El primero de estos sesgos, el de confirmación, provoca que solo hagamos caso a los datos que apoyan nuestras ideas y seamos escépticos con la información que las contradice. Es decir, todo lo que dicen “los nuestros”, es lo que está bien. Lo de “los otros” viene invalidado de salida.
Otro importante condicionante es el efecto halo, que provoca que confundamos un rasgo con el todo. De ahí, la utilización que hacen algunos candidatos de la apariencia física, la edad, la procedencia, que busca que nos identifiquemos con él o con ella, para asumir que lo que dice es lo que nos conviene.
Otro de los sesgos que pueden afectar a nuestra capacidad de elegir a quien votar es el sesgo de atribución. Asumimos que nosotros elegimos nuestro voto porque estamos informados, pero los demás no tienen ni idea y están llenos de prejuicios.
Si la petición del voto va dirigida a «esos ciudadanos honrados que están hartos de la corrupción«, es fácil sentirse identificado, pero solo porque tendemos a tratar las descripciones vagas y generales como si fueran específicas y detalladas. Es el efecto Barnum o Forer.
Un sesgo característico viene determinado por el miedo al cambio o el “coste irrecuperable”. Nos cuesta cambiar el voto si llevamos años votando lo mismo.
Un último sesgo es nuestra propia incapacidad de identificar nuestros propios condicionantes. Es lo que se denomina el punto ciego, que vemos en los otros pero no en nosotros.
En esto de la sicología hay que creer verdad?… Esos sesgos son ciencia?
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Son producto de la investigación. Así es.
Y no, la psicología no es una creencia. Es ciencia. De la conducta y del pensamiento humano
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