Una vida cometiendo errores no es solo más honorable, también es más provechosa que una vida no haciendo nada
George Bernard Shaw
¿El miedo a cometer errores te paraliza? Muchas personas están obsesionadas con no cometer errores, sobre todo en público. Nos avergüenza tropezar delante de los demás o equivocarnos en un discurso. El deseo de no equivocarnos es tan intenso que en algunos casos llega a convertirse en una obsesión. De hecho entre todas las razones para no hacer nada, la mayor no es la carencia de ideas, herramientas o dinero. Es el miedo a equivocarnos.
Sin embargo, es todo lo contrario. Los errores son la fuente principal del aprendizaje. Y ser conscientes de ello, nos hará ver la vida de otra forma. Veamos para que pueden servir las equivocaciones en nuestro día a día.
Los errores nos ayudan a descubrir quienes somos. Con cada equivocación que cometemos, descubrimos más acerca de nosotros mismos, de quienes somos, de nuestros límites, capacidades… nos ayudan a ser más compasivos con nosotros y con los demás.
Los errores nos muestran valiosas lecciones vitales. Cometiéndolos aprendemos y nos convertimos en personas con ganas de hacerlo. Encontramos como nos ayudan a avanzar y perdemos el miedo a encontrarlos en nuestro camino.
Los errores nos enseñan como perdonar. Con cada error que cometamos aprenderemos lo importante que es perdonarnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean. Entenderemos que no somos perfectos y que, además ¡la perfección no deja espacio para la mejora!
Cometer errores nos libera del miedo. De hecho no hacerlo (o pretender no hacerlo), lo que consigue es que vayamos acobardándonos cada vez, más creando una falsa ilusión de efectividad, que no tiene ninguna línea para comparar. ¿Si no cometemos errores como vamos a saber cuando acertamos?
Nos muestran como vivir sin arrepentimientos. Aunque parezca raro, nos arrepentimos mucho más de aquello que no hicimos que de aquello que si. Y no debemos confundir esto con el perdón, que si tenemos que saber pedir a aquellas personas que hemos podido hacer daño.
Con los errores llega el crecimiento y el progreso. Si no cometemos errores ¿cómo podemos esperar crecer y evolucionar como seres humanos? Si permitimos que el miedo a cometerlos nos paralice, veremos como quienes no tienen ese temor, nos adelantan y tienen éxito.
Los errores son pequeños pasos hacia la felicidad. Ganamos confianza, coraje y experiencia cada vez que erramos. Recuerda a Edison, que decía haber fallado en más de 10000 ocasiones hasta que consiguió la primera bombilla.
En lugar de temer a equivocarnos, centrémonos en ver nuestros objetivos. Ser capaces de saber que es lo que estamos buscando cambiará radicalmente nuestra visión de los errores. El miedo a no hacer nada, y pasar una vida anodina debería ser mayor que el miedo a fallar.
Aprender de los errores significa aceptar que hemos cometido un fallo, pero que aprendemos de él y lo tenemos en cuenta para no cometerlo nuevamente. No en vano, aprendizaje viene a ser precisamente la palabra con la que, en psicología, tratamos de describir la capacidad para incorporar información y modificar nuestro propio comportamiento en virtud de ella.
Además, cometer errores nos hace más simpáticos. Esto es lo que se denomina el Efecto Pratfall, que comprueba como los fallos en realidad aumentan nuestro atractivo, hace que le caigamos mejor a los demás. ¿Por qué? Simplemente porque los otros nos perciben como alguien más cercano y sienten una profunda empatía por lo que nos acaba de suceder.
En definitiva, la próxima vez que cometas un error, piensa ¿qué me ha enseñado? Todo aquello que nos gusta, que tememos, nuestras propias aficiones, o incluso la forma en que reaccionamos ante los problemas son producto de la huella que el paso por la vida va dejando en nuestro cerebro.