La libertad del individuo no es un regalo de la civilización. Era mayor antes de haber cualquier civilización
Sigmund Freud
Es bien conocido -y contrastado-, en psicología que, las personas nos comportamos de diferente forma cuando estamos a solas, en un pequeño grupo o en una aglomeración. En resumen, podemos decir que nuestra capacidad de discernimiento, mesura o autocontrol, tiende a disminuir en grandes grupos. En estos, existe una difusión de la responsabilidad que provoca que se desdibujen muchos límites morales, lógicos o científicos.
Así, nos encontramos con que personas que, individualmente, no serían capaces de cometer atrocidades, lo hacen cuando se ven dentro de una turba enloquecida. El ejemplo más evidente lo constituyen las manipulaciones que llevan a cabo las formaciones políticas, distorsionando cualquier evidencia para conseguir que su publico numeroso y cautivo, se movilice hacia sus propios intereses. Pero esto no el único ejemplo.
Recientemente leímos como una masa enloquecida linchaba a dos jóvenes porque se había diseminado por mensajería que eran los responsables de intentos de secuestros de niños a la puerta de los colegios. Algo terrible que no tenía ninguna evidencia más que el contagio producido por la transmisión y amplificación de algo falso.
Este condenable suceso le costó la vida a dos inocentes. Pero no es algo aislado. Nos comportamos cómo jaurías en situaciones de estas características. Parece como si nuestro Neocórtex se sometiese y pasáramos a convertirnos en animales que se dejan llevar por sus instintos más básicos de autoprotección.
El control y la prevención de situaciones de estas características no resulta sencillo. Ya que exige algo que, muchas veces, no parece interesar a quienes quieren pastorearnos a su antojo. Se basa en la educación en valores y en la promoción del pensamiento crítico, abierto y científico. Un modelo de raciocinio difícil de manipular porque lo elabora el propio individuo.