Sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Si responde sí, ya sabemos que es un corrupto

Groucho Marx

A pesar de tener poco que ganar, los tramposos se sienten más felices y satisfechos que aquellos que siguen las reglas. O dicho de otra forma, da igual la ganancia, engañar les hace sentir muy bien.

Resulta algo curioso, ya que tendemos a asumir que hacer trampas genera emociones negativas como la culpa. Pero este no parece ser el caso, como sugieren una serie de estudios llevados a cabo por N. Ruedy en la Universidad de Washington . En sus experimentos, quien hacía trampa en una sencilla tarea de solución de problemas, a pesar de tener poco que ganar, experimentaba una especie de “subidón”. De hecho se sentían más contentos y satisfechos que aquellos que no engañaban.

A algunas personas, a pesar de especificarles, insistentemente, lo importante que era seguir las reglas, se sentían incluso mejor al romperlas

Para confundir los resultados todavía más, al preguntarle a todos los participantes como pensaban que se sentiría quien había hecho trampa, la gran mayoría señaló que seguro que muy mal. Sus predicciones eran completamente erróneas … y falseadas ¡También quien engañaba manifestaba que hacerlo debía hacer sentir muy mal al culpable!

El autor recoge como una de las razones que pueden explicar esta conducta en esta situación experimental, es que hacer trampas no perjudicaba a nadie. Sólo eran problemas de lógica.

CheatingQuizás esto pueda revelar porque algunas personas hacen cosas que, aparentemente, no tienen necesidad de hacer. Por ejemplo, robar algo en un supermercado cuando llevan dinero en el bolsillo para poder pagarlo.

Lo que los autores no explican es porque algunos van más allá. ¡A sabiendas que su actitud deshonesta está perjudicando a otros, continúan adelante con ella!

Y de esto último tenemos muchos ejemplos en este país ¿verdad?

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