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Carmen es una gran colega. Ocupa un puesto directivo en una reputada firma de consultoría. Es de las primeras en arrimar el hombro cuando hay sobrecarga, asumir el trabajo de un colega enfermo o quedarse un rato más si es necesario.

Carmen también colabora activamente con una conocida organización sin ánimo de lucro. Tiene fantásticas ideas para conseguir dinero y no duda en salir a la calle a hacerlo cuando toca.

Carmen tiene dos niños, Alberto de siete años y Rosa de cinco. Son la luz de su vida. No quiere perderse ni un minuto de su existencia, va al cole a hablar con sus maestros, los lleva a las actividades extraescolares, les prepara la cena y los acuesta. Siempre que no hay que llevar a cenar a algún cliente.

Su esposo Juan, que la quiere con locura, trabaja un montón y hace todo lo posible por pasar el mayor tiempo que puede con la familia, no para de repetirle que es una supermujer.

Pero, si pillas a Carmen en un momento de sinceridad, te darás cuenta que no se siente así. De hecho, está exhausta.

Pero no puede parar. Siente que todo esta bajo su responsabilidad y que esto no lo puede cambiar aunque quisiese. No sabe decir no. Es incapaz. Y debido a ello emplea todo su tiempo y energía en las prioridades de los demás. Parece un círculo imposible de romper.

Carmen, por supuesto, es alguien imaginario. Pero muy real para muchas personas que no saben decir no, varones o mujeres.

No more

Por ello les propongo una serie de prácticas para conseguir cambiar esta situación o para evitar caer en ella si están comenzando a experimentarla.

Conoce tu no. Identificar que es lo importante para ti y que no lo es, constituye el primer paso de este viaje. Si no sabes donde quieres pasar tu tiempo será difícil saber donde no quieres hacerlo. Antes de poder decir no con confianza, debes saber que quieres hacerlo. Todo lo demás sigue a este paso.

Aprecia que te pidan ayuda. De hecho lo hacen porque confían en que tu podrás hacerlo muy bien. Agradéceles que lo hagan. No te preocupes, esto no lleva necesariamente a un “si”.

Dile no a la petición, no a la persona. No estás rechazando a quien te lo pide, solo declinando su invitación. Deja esto claro. Que sepa que le reconoces o que le quieres mucho, como es el caso de los hijos. Hazle saber que pueden quedar para almorzar o podemos ir al parque más tarde (en el caso de los niños). Pero será cuando tu puedas.

Explícalo. No se trata de que le hagas saber a quien te pide ayuda que estás embarcándote en un proceso de cambio personal para quererte más. Pero si ayuda tener una razón para decir no. Clara, sin ambages. Es algo importante para ti y no puedes robarle el tiempo que le debes dedicar. Es un acto de honestidad que al principio puede resultar costoso, pero te irás acostumbrando a ello.

Se resolutivo. Todo no va a ser coser y cantar. Hay personas que no abandonan fácilmente. Pero, siguiendo las reglas anteriores, se tan contundente como los demás son persistentes. Al principio cuesta, pero poco a poco irás aprendiendo a hacerlo con habilidad.

Practica. Elige alguna situación sencilla, de bajo riesgo para hacerlo. Puede ser declinar un postre cuando te lo ofrecen en la comida o cuando alguien trata de venderte algo en la calle. También puedes encerrarte en tu habitación y repetir tu “no” en alto.

Construye un no “por adelantado”. Todos tenemos algunas personas en nuestra vida que nos “han cogido el truco”. Son aquellos que, conociendo, nuestra dificultad para decir no, simplemente se aprovechan de ello. Puede ser un amigo, un compañero de trabajo o nuestro propio jefe. En estos casos es conveniente hacer saber por adelantado lo ocupados que estamos. En el caso de nuestro jefe, solicitar un orden de prioridades en lo que tenemos que hacer es la mejor opción.

Estas y otras técnicas pueden servirnos para ir desmontando, poco a poco, nuestra tendencia a no decir no. Combinado con un adecuado aprovechamiento y reparto del tiempo nos irá dejando tiempo para dedicarlo a nuestras personas queridas, nuestras aficiones o aquello que nos haga sentir bien.

Es una cuestión de entrenamiento. Al principio cuesta, pero lo conseguiremos con constancia y determinación.

Ahora se lo voy a contar a Carmen.

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